domingo, 18 de diciembre de 2011

"Dichosa tú que has creído"

Dice Isabel a su prima María, al saber que ha pronunciado un voto de confianza y fe ante la propuesta de Dios: tener al Hijo de Dios para la salvación de todos.
Estos días en que la vida diaria nos prueba en la fe releo constantemente esos pasajes, tan breves y escuetos, en los que aparece la Virgen María en la Biblia y no puedo dejar de conmoverme y analizar mis actitudes, acciones, pensamientos. Es innegable que el sí de María es el sí que puedo darle yo diariamente al Señor cuando tengo que decidir mis acciones ante cualquier situación. Y así le he pedido paciencia en la espera de mejores situaciones familiares, en la enfermedad, en los problemas laborales (tan habituales ahora), en la caridad. Porque desde que comencé a ver a María como una mujer de carne y huesos como yo entiendo mejor el camino que debo recorrer. 
No puedo expresar todos mis ideas, pues no encuentro las palabras adecuadas, sólo se que cada día comprendo mejor lo que debo hacer, comprendo mejor las razones de Dios y me aferro más a la Virgen como modelo a seguir. Cada día la fe me hace más fuerte y a la vez más comprensiva, más humana y más caritativa. El amor de Dios está presente en todo momento, aunque yo le rechace en mi ignorancia, al final siempre me gana la partida y me hace feliz cuando me derrota. Espero en ese Niño que nace ahora, en su amor y en su misericordia para con todos nosotros.
Si estoy mucho tiempo sin escribir ya saben  por qué es: le estoy preparando el camino, quiero que me encuentre despierta y dispuesta a seguirlo por donde me indique.