domingo, 30 de enero de 2011

Las Bienaventuranzas en la vida diaria

Mucha veces leemos este discurso de Jesús y siempre lo podemos ver de otra forma, desde otro punto de vista. Hoy le veo a través de mi día a día.  Para ser feliz nada necesito que no sea una mirada esperanzadora y un corazón limpio de pecados. Así es como veo las bienaventuranzas: un camino, una señal, una luz que va directamente a mi corazón y mi cerebro (centro de mi razón) y me lleva sin cesar ante la presencia de Dios, donde poder descansar.
 Creo que Jesús quiso hablarnos de la certeza de entrar en el Reino de los cielos simplemente siendo buenos cristianos. Sinceros y valientes, así no más. No importa que haya alguien que nos crea locos o frikis o raros: yo creo sinceramente en que seré feliz cuanto menos necesite para serlo. Menos ropa, menos vacaciones, menos dependencia del mundo. Porque el mundo está al acecho y sólo quiere "venderme su moto": hay que "vivir", hay que "disfrutar", "la vida es una sola", "no te mates por nada ni por nadie". Lo que el mundo no comprende es que los cristianos no pensamos en este mundo, no esperamos nada de este mundo: esperamos poder aportar felicidad a los que viven en este mundo. A los que lloran, a los que sufren, a los que nada tienen. Es lo que nos pidió Jesús.
Y nos pidió misericordia para con todos, amor para todos y alegría a manos llenas. La fe nos da la alegría y la esperanza en la espera final. Estamos aquí para ser felices con nuestras alegrías y dolores, nuestras dudas y equivocaciones. Dios sólo quiere nuestra fidelidad.





viernes, 14 de enero de 2011

La oración como fuente de vida

Hace mucho que no hablo de este tema, aún siendo de mis favoritos: la oración como fuente de vida para el que busca a Dios. Si nos ponemos a pensar en alguien a quien queremos, en nuestra mente comenzamos una conversación virtual con esa persona, llegando a encontrar una forma única para relacionarnos con ella. Cuando "hablamos" mucho mentalmente, llegamos a visualizar escenas que nos transportan a su lado. Creo que es un poco (evidentemente no soy entendida en la materia) lo que sucede en la contemplación. 
La voz de Dios se escucha de igual forma en casa o en el trabajo, en la hora de ejercitar tanto como en la hora tranquila y retirada. Yo prefiero sentarme en un rincón de la casa a hablar con Él, fuera de ruidos o entretenimientos y platicar lentamente sobre lo leído en la mañana o algo que me ha llamado atención en la misa. 
Busco a Dios en la oración porque ya me lo dice Jesús en el Evangelio: "buscad y encontraréis". ¿Qué busco al conversar con Dios? La fe me habla de felicidad y cuanto más converso con Dios más feliz me siento, no se cómo decirlo, no es algo que pueda explicar en su totalidad; pero a veces, cuando entras en una oración profunda y realmente sentida, percibes que el Amado está más cerca de ti. 
Hoy es un día en el que oro por muchas cosas: por la conversión de varias personas a las que estimo y que no se deciden a encontrarse con Jesús; por la salud de varios conocidos que se que lo están pasando mal; por mi familia, por la cual no dejo de pedirle al Señor para que les cuide y se les muestre de alguna forma que puedan identificar, por los cristianos que están siendo discriminados y muchas veces masacrados en varios lugares de este mundo.
 Sí, hay que orar mucho, hay que conversar detenidamente con Dios, hay que demostrarle que podemos ser reflejo suyo en esta sociedad. Y soy feliz porque soy consciente de ello, porque tengo la certeza de que Él guía mi vida (aunque a veces tenga que pasar por encima de mi yo para buscar el tú, como dice mi amiga Concha). 
La oración debe estar presente en la vida del cristiano tanto como la Eucaristía, pues ambas son las formas esenciales que tenemos para relacionarnos con Dios. Cuanto más estén presentes en nuestras vidas  ambas, más tendremos presente al Señor y sus enseñanzas.
Con una oración me despido: 

Atrae, Señor,  muchos corazones
hacia tu Corazón Sagrado
y muestrales la belleza que hay en el amor
en la bondad, en el sacrificio
y en la solidaridad.
 Haz, Señor,
 que nos amemos como Tú nos amas
y que encontremos la paz 
en ti.
Amén.





lunes, 10 de enero de 2011

Ya llega el Tiempo Ordinario

Este domingo hemos visto cómo Jesús pidió a Juan el Bautista que le bautizara en el Jordán. Y vimos cómo el que nuestro Señor se hizo uno más para ser bautizado como nosotros. Estamos ante algo inaudito: Dios se hace hombre (que ya es algo nunca visto anteriormente en la Historia de la Salvación) y encima quiere vivir como nosotros. Con todo lo que eso conlleva.
Es una escena que penetra en mi mente como un susurro: Jesús en el río, rodeado de gentes pecadoras, justos muchos, otros incrédulos, algunos enfermos del alma más que del cuerpo, y Él allí, de pie ante El Bautista. Me emociona saber que lo hizo por mi también.
Y recuerdo cuando, a mis 28 años, fui bautizada por segunda vez. Mis padres me negaron siempre que había sido bautizada por mis tías, pues eran épocas en Cuba en que reconocer la filiación a Dios era una mancha en el "expediente" (este es un documento virtual, pero que no conviene manchar por nada, pues te pueden hacer la vida imposible). Y así llegué a la edad de 28 años creyendo que no había sido bautizada. Recuerdo que el padre Roque Audet me bautizó en la Parroquia de Bahía Honda, sola, para que el resto de mis amigos no se enterasen. Como conocía de muchos casos parecidos, me explicó que seguro yo estaba bautizada pero que era un día muy importante para mi pues en ese momento lo hacía concientemente  y con gran deseo y eso era lo que importaba a Dios.
Y en el momento en que me ungió con el aceite mientras pronunciaba una serie de oraciones (que yo casi no escuchaba por la emoción), sentí que Jesús estaba conmigo y que ese simple acto me convertía, sin duda alguna, en hija de Dios. Era como si las palabras salidas del cielo en el bautizo del Señor se aplicaran justamente a mi: "Esta es mi hija amada, mi predilecta".
Desde entonces, con altibajos y errores inevitables, nunca he dudado de ser una hija de Dios. Siempre he sentido su presencia en mi vida y siempre he visto una luz frente a mi que ilumina mis pasos. Soy un ser humano con muchos defectos; pero Jesús va conmigo ayudándome a corregirlos, por eso vivo en la espera sin dudar que, un día, podré decirle ¡Padre!.



Oración: Padre que los que hemos sido bautizados en Tu Nombre, en el de Jesús y el del Espíritu Santo, sepamos ser buenos hijos, abnegados y humildes toda nuestra vida para que nos recibas en la otra vida y podamos vivir en tu amor eternamente. Amén.


domingo, 2 de enero de 2011

El año se ha ido...un año que llega

Ahora que ya ha comenzado el año se hacen balances de todo tipo y en todos los medios de comunicación nos atosigan con los menús de fiesta, los recuerdos, enterrados muchos en la memoria colectiva, y que prácticamente nada tienen que ver con la vida real y diaria que hemos vivido.
Yo hago mi balance delante de Jesús y me pregunto: ¿qué he dejado de hacer que puedo volver a intentar este tiempo que se me ha dado?
Pues mucho, muchas cosas me dejé el tiempo pasado y ahora debo intentar, ((por lo menos intentarlo), hacerlas, como : ayudar más, ser más receptiva, escuchar más, ofrecer más, en fin...amar más a Dios y a mi prójimo, que de eso se trata.
Este año, ya desde ahora, voy a rezar más por los jóvenes, para que sean miles los que puedan participar en la JMJ en Madrid, pues creo que será un gran evento y se que los que vayan la pasarán muy bien y aprenderán cosas que el futuro les ayudarán a vivir. También este sábado comencé el día con el rezo de S. Rosario, dedicado a los blogueros que viven su fe y la trasladan a la red para que Dios sea conocido cada vez más. Y seguiré orando los sábados porque nos mantengamos unidos en Jesús.
Voy a moverme más para ayudar a las mujeres a entender el error que trae el abortar un hijo sin pensarlo, voy a cantar más alto en las concentraciones de DAV, voy a colaborar con las monjas que recogen a mujeres en desatención total, esas a las que nadie hace caso. 
Voy a estudiar mucho y concienzudamente para prepararme mejor, por mi trabajo y porque quiero hacer el examen del MIR, pues hay muchas trabas con o de la homologación de la especialidad y ya estoy cansada de esperar la respuesta del ministerio. Así que va a ser un período que, si Dios quiere, tendré menos tiempo aún para decir que estoy aburrida o cansada.
Y quiero ir  a colaborar en el comedor de la Cinta para los pobres, pues la cocina se me da bien y es justo que lo pueda ofrecer a otros.
Debo pensar más en mi familia, especialmente en mi madre, que cada vez envejece más y le está fallando la memoria y voy a hacerle unos lindos álbumes estilo scrapbooking para que recuerde a su Cuba natal y a su familia, y en mi esposo, que lo está pasando mal con el paro.
También quiero prestar más atención a los idiomas, sobre todo el inglés, que me hace falta en mi profesión, así que procuraré no ir de cabeza por ahí hablando como los indios, conformándome con frases cortas y hechas....
En fin que si Dios me da salud, este año puede ser muy activo y lleno de cosas buenas, pero sobre todo...lleno de Él...que es el motor que me impulsa.