viernes, 28 de marzo de 2008

A veces no se pueden hacer realidad todos los sueños...

¿Han escuchado alguna vez un dicho que dice "ten cuidado con lo que deseas, que puede hacerse realidad"...? Desde muy pequeña y siendo una hija de la Revolución, sólo tenía derecho a tres regalos en el Día Internacional del Niño ( lo de Reyes Magos era muy fuerte para nuestra ideología basada en los obreros, que se supone no quieren saber nada de reyes y esas cosas) y en esos días yo hacía una lista mental y literal de aquellos juguetes que me gustaban. Siempre ponía, en primer lugar, la bici, pues era el artículo más caro y difícil de obtener. Después le seguían los que nunca faltan en los deseos de una niña normal: las cocinitas, las muñecas, los yaquis, los palitos chinos y los lápices de colorear. ¿Por qué hacía una lista? Pues porque los juguetes se daban por unas tómbolas de difícil acceso y ahora que lo pienso: al que lo inventó se le quedó vacío. Eran unas cajas de las que se iban sacando números, los de las tarjetas de racionamientos familiares, creo, y el primer número te daba derecho a un juguete principal y dos secundarios. Esto era más o menos así, un ejemplo: la bicicleta era un principal y después, podías escoger entre otros dos de menos "nivel", o de menor valor monetario. La verdad es que nunca supe cómo los clasificaban, porque a mí, en una ocasión me tocaron un arco con sus respectivas flechas, un juego de yaquis y una pizarrita. Ya pueden imaginarse: las flechas terminaron en las partes nobles de mi madre, pues tenían unas chuponas en las puntas, y ella, de manera no muy noble, gritó como poseída y sólo podía sacar las flechitas en el parque; los yaquis terminaron clavados en los pies de todo el que caminaba por el pasillo o la entrada de la casa, que eran mis lugares preferidos para solazarme con ellos. Ni que decir tiene que la pizarra fue todo un éxito a la hora de jugar a la escuelita ya que siempre era la maestra, si no no había juego.

Lo que más quería tener era una bici, cosa que no me fue posible hasta el año 1991 en que salí trabajadora destacada y me dieron una bicicleta china, que pesaba más que un ataud con muerto y todo, y con la cual hacía frecuentes recorridos por los campos y playas de Bahía Honda, lugar donde estaba trabajando en esas fechas. Aquello era un sueño hecho realidad que llegó tarde, muy tarde, pues era una época mala para el forraje y al final la cambié por un cerdito precioso, que al alcanzar las 140 libras me sirvió mejor que el medio de locomoción del que había salido.

Desde luego, como niña activa y juguetona que era, también lloré por un juguete vivo y que se interrelacionara conmigo: por supuesto que hablo de un perro. Me dio la costumbre de recoger todo perrito solitario y abandonado en las calles de Consolación. El problema era llegar a casa: estaba prohibida la entrada de manera que siempre tenía que devolverles al lugar de origen.
Los gatos siempre me dieron yuyu y además, con el asma y las alergias no podía arriesgarme a cuidar un animalito que, por demás, no son muy dependientes del ser humano. Gracias a mi esposo tuvimos dos dogos alemanes, cuyas fotos ya colgué en su día en esta página. Ahora sólo nos queda Jara, de 8 años, pues el macho, Otto, murió hace unos meses. Han sido grandes compañeros nuestros y nos han dado un amor desinteresado y profundo como pocas veces te da otra persona.
Ya de adulta, cosa que soy actualmente, me he aficionado a coleccionar muñecas de porcelana de todos los tamaños y estilo. A pesar de ser un hobbi caro, tengo muchas porque me las regalan mis cuñadas y amigos que conocen mi afición. También coleccioné, gracias a la generosidad de mi hermana mayor y su esposo, las figuras de El Señor de los Anillos, que son preciosas.
Bueno y se preguntarán por qué, al principio hablé de los deseos no muy buenos. El caso es que una de mis cuñadas me ha regalado un loro, Lolo, pues había manifestado mi deseo de tener un pájaro. El caso es que desde la Semana Santa lo tengo en casa y ya no se qué hacer para que me acepte. El loro en cuestón chilla como si le estuvieran matando, a cualquier hora, y sin motivos aparentes. Me quiere picar constantemente y me abufa las plumas en cuanto me ve. Yo trato de ser agradable con él pero al loro no le importa que le de buena comidita o le ponga juguetes: en cuanto le hablo carga en mi contra inmediatamente.
No es para llorar, pero sí para desesperarse, después de tantos años tratando de criar un pájaro y que este no no ponga de su parte. Paciencia pido y espero que se adapte a mí, así que tengan cuidado cuando pidan un deseo.....

lunes, 24 de marzo de 2008

¡Aleluya! ¡El Señor ha resucitado!

Queridos amigos: los cristianos del mundo hemos estado de Semana Santa y ahora estamos felices, pues ¡el Señor ha resucitado!. Hemos seguido los pasos a lo largo de la geografía y hemos podido ver, gracias a esa invención que es la tele, las diversas formas de celebrar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, el Hijo de Dios.
Voy poner algunas fotos de la Semana Santa de San Fernando, localidad de Cádiz, ya que hacía mucho que no iba allí a vivir mi fe. Han sido dos días llenos de fervor cristiano, vividos junto a mis cuñadas y sobrinos, ya podéis imaginaros, pues cuando se vive con la familia, es más emotiva. Bueno, debo disculparme por la calidad de las fotos, mi cámara es compacta y pequeña, por lo que el flash no es muy profundo, pero hay algunas buenas.
La Vigilia Pascual, finalmente, tuve que pasarla en cama, con fiebres, pero gracias a la Cadena Cope, que la transmitió completamente, pude sentirme al lado de mis hermanos católicos. También hoy he estado junto a ellos, ya que Popular TV transmite el Ángelus y la Sagrada Misa diariamente, a las 12:00 h.
Aunque no veáis otros programas, les recomiendo ese, que es una forma de estar en la Misa, sin ir a la Iglesia, cosa que, a veces, se hace difícil por cuestiones de salud o tiempo.
También quisiera recomendar el programa de Popular TV La Baraja. Es divertido, ágil y muy interesante. Si no tenéis reparo o no sois anticlericales acérrimos, les sugiero que vean ese programa. No lo lamentarán.
Espero que Jesús llegue a todos los que entran en este blog, pues Él vino a conocernos a todos, a los que le esperamos y a los que no, a los que les seguimos y a los descarriados, vino a salvarnos a todos y en algún momento de nuestras cortas vidas, llega y nos mira a los ojos y nos abre su Sagrado Corazón, en el que todos cabemos, pues su Amor es inmenso, en una magnitud que el hombre no puede entender.

jueves, 20 de marzo de 2008

Jueves Santo.

Cuando vamos a Misa participamos en el Misterio por excelencia: Jesús viene a nosotros en forma de pan y vino, transfigurados. En los Evangelios, biografía de Jesús y reportaje fiel de su paso por la Tierra, leemos como, una vez que "supo que su hora llegaba", se reunió con los discípulos en una cena, les lavó los pies, dando ejemplo de humildad y nos dejó, a todos los hombres una bendición por la que se nos reconocería siempre como sus seguidores. Nos dicen los evangelistas:

"Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

-Tomad, comed: esto es mi cuerpo.

Y, cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias y se la dio, diciendo.

-Bebed todos; porque esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos para el perdón de los pecados."

En Misa recordamos ese momento, pero no sólo son narrados sino revividos: la memoria se hace realidad y presencia.

Respondemos a nuestro párroco cuando nos dice: "Aclamad el Misterio de la redención", con una frase que deberíamos reflexionar a diario, pues es la base de nuestra fe: "Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas".


Yo soy una cristiana conversa, aunque siempre le llevé en mi corazón, nunca dejo de asombrarme en la Eucaristía, pues siento la presencia de Jesús en esa forma que me da el cura y yo le acepto con humildad, y reconozco que "no soy digna de que entres en mi casa; pero una palabra Tuya bastará para sanarme". Insisto diariamente en pedirle "Creo Señor, acrecienta mi fe".

Siempre recuerdo unas palabras del Pobrecito de Asís: "Y, como se mostró a los santos apóstoles en carne verdadera, así también ahora se nos muestra a nosotros en el pan sagrado. Y como ellos, con la mirada de su carne, sólo veían la carne de Él, pero contemplándolo con ojos espirituales, creían que Él era Dios, así también nosotros, viendo el pan y el vino con los ojos corporales, debemos ver y creer firmemente que es su santísimo cuerpo y sangre vivo y verdadero. Y de este modo siempre está el Señor con sus fieles, como Él mismo dice "Ved que yo estoy con vosotros hasta la consumación de los tiempos". Esa es la esencia de la Eucaristía: el lugar donde Dios se hace pan y vino para habitar en nuestros corazones.

Hoy iremos a la Vigilia del Jueves Santo, a esperar, como hicieron sus tres discípulos, en el huerto, a esperar su muerte y resurrección y me gustaría pensar que muchos no nos quedaremos dormidos y que mañana, no seamos muchos los que le demos la espalda, negándole como Pedro. Sobre todo iremos con la certeza de que Jesús nos acogerá en su amantísimo Corazón, que no tiene límites para el amor, perdonando nuestros fallos y deslices, cargando con nuestros dolores y abriéndonos la puerta hacia el Padre, que es el fin al que tiende el hombre.

Espero que paséis un Jueves y Viernes expectantes para que podáis sentir la Resurrección en toda su magnitud, saludos y que el Señor os bendiga a todos.


domingo, 16 de marzo de 2008

Domingo de Ramos en Aljaraque.

Hoy hemos clebrado el Domingo de Ramos en nuestro pueblo. Desde las 11:00 horas fuímos a la carpa, donde se celebra la Misa dominical para Aljapark y comenzamos a organizar el desfile, que atravesó gran parte del pueblo, hasta llegar a la Iglesia principal del mismo. Todos llevábamos ramas de olivo y hojas de palmeras, que fueron bendecidas antes de salir por nuestro párroco. El padre Antonio iba delante, guiando los cantos y detrás iban los niños, alegres y activos, como son a esas edades. Los mayores les seguíamos cantando (bueno yo me desgañitaba, más bien). La Misa ha sido emotiva y cercana, nuestro cura es una persona amable y cercana y habló mucho sobre el valor que debemos tener los cristianos a la hora de seguir a Jesús. Hemos comulgado seguros de que llegaremos al fondo de nuestros corazones durante estos días. Los católicos estamos llamados a ser testigos del amor de Dios y en su pasión ha quedado demostrado.
Trataré de poner algunas fotos para que vean el desfile.

Palabra de Dios para el Domingo de Ramos.

En un solo día la iglesia nos invita a emociones encontradas. Por una parte, escuchamos y meditamos sobre la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Allí es recibido con cantos que lo reconocen como Mesías. En la Misa escuchamos el relato de la pasión, que nos muestra en todo su realismo la pasión del Señor y nos lo presenta abandonado incluso por aquellos le son más cercanos. La celebración de estos actos nos provoca una sensación parecida.
Son muchos los que se acercan para bendecir las palmas y los ramos y se nota la alegría de los niños y mayores. Sin embargo, son grandes las dificultades para adentrarse en el misterio profundo que se nos abre en la lectura de la pasión del Señor. Pero ese contraste no deja de contener una enseñanza para nosotros: nos es fácil identificarnos con Jesús victorioso, pero nos resistimos a acompañarlo por el camino ultrajante de su humillación. Esa contradicción se da a lo largo de la vida espiritual y hoy la liturgia nos la coloca ante nuestro ojos en toda su profundidad. Tomar conciencia de esta lucha que se da en nuestro interior puede ser una buena manera de iniciar esta Semana Santa.
Las lecturas de este domingo y el evangelio, en que se relata la entrada a la Ciudad de David, inciden en un hecho: la humildad del Señor. Esta humildad llega al punto de ser escandalosa, y por ello huyen los apóstoles y, más adelante, serán muchos los que se apartarán de la crúz de Cristo. El abajamiento de Jesucristo se nos muestra en toda su intensidad. Quizás podamos ver en ello la disposición que tiene Dios para entrar en lo más abyecto de nosotros. Porque el abajamiento de Jesús no es una puesta en escena, sino una exigencia de su amor. Nada de esto era necesario en sentido estricto. Pero Dios diseñó este camino doloroso para encontrarse con el hombre y experimentar sobre sí las consecuencias de nuestros pecados. De alguna manerala inteligencia humana se rompe ante este misterio. Sólo podemos entrar en él por el camino del amor. Inciden algunos autores en que Dios se rebaja para que nosotros sintamos misericordia de Él y, al tenerla, descubramos que somos nosotros los que tenemos necesidad de ella. Jesucristo se expone al máximo, y así nos abre la puerta a superar la superficialidad y enfrentarnos con profundidad al drama de nuestro corazón. El grito del salmo, que Jesús recita en sus primeras palabras, muestra el fondo del abismo en que se encuentra el hombre y hasta donde baja Dios: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?.
En este abismo nos encontramos Dios y nosotros. Nosostros, como consecuencias de nuestros pecados, por los que rechazamos a Dios y cada vez nos encontramos en profundidades mayores. Dios, porque desciende hasta lo más hondo de todo para rescatar al hombre.En este misterio de la pasión se vislumbra algo de esto. Jesucristo se rebaja hasta la muerte de crúz y nosotros lo encontramos clavado en nuestro interior. Buscarlo fuera no permite encontrarse con Él. El calvario está también dentro de nosotros. Todos los personajes que aparecen en el relato de la pasión y que participan del diálogo, evitándolo, hablan de nosotros. Por ello, este Domingo de Ramos nos invita a vivirlo con Cristo, desde la interioridad. Contemplar la pasión de Cridsto y llevarla a nuestro corazón nos ayudará a entender ese amor de Dios del que estamos tan necesitados, aunque no nos demos cuenta.
Escrito por David Amado Fernández, para el Número Especial de Semana Santa del libro de oraciones Magnificat. Para aquellos que quieran saber más sobre esta publicación, pueden dirigirse a www.magnificat.com.

sábado, 15 de marzo de 2008

Sor Eusebia Palomino


Cuando Jesús dijo a sus apóstoles: "sólo siendo pequeños podréis entrar en el Reino" estaba hablando de los santos que vendrían después, a través de la historia de la humanidad, haciéndose pequeños, humildes y mansos ante la palabra del Padre. El camino a Dios está lleno de ejemplos y me gustaría hablar de una joven que sirve de testimonio de ello.





Todos aquellos que se acercan al pueblo de Valverde del Camino oyen hablar de una hija predilecta del pueblo. No fue una personalidad en política, ni una escritora famosa: fue una Hija de María Auxiliadora. Allí pasó gran parte de su vida dedicada a hacer el bien, tratando siempre de que todos conocieran al "amor de sus amores", Jesús. Vivió consagrada a Él y murió en olor de santidad, después de ofrecer su vida por la terminación de la guerra en España, por la desaparición del sufrimiento en sus hermanos.





Eusebia Palomino Yenes nació en Cantalpino, un verde pueblito de Salamanca, en una casita adornada con los dones de la miseria. En nuestra actual modernidad quizás pensemos que en aquella casa sólo había tristeza y suspiros, resignación forzada ante el trabajo extenuante y una infancia truncada. Era todo lo contrario: la paz reinaba en esa familia y aunque eran muchas la bocas a alimentar, se compartía todo con alegría.





En una carta a los suyos recordará:"..quiero mucho nuestra casita por haber pasado toda mi niñez ahí. La recuerdo con cariño y la llamo mi choza, mi paraíso, donde tantas cosas aprendí..."





¿Qué era lo que aprendía Eusebia entre aquellos muros agrietados, en aquella pobreza de experiencias y de cultura?. Más tarde recordará que mientras su madre hacía las labores, al anochecer, el padre "tomaba entre sus manos encallecidas el catecismo, ese pequeño libro que contiene tantas maravillas, tanta grandeza, tanta paz y tanto amor y nos llenaba el alma de Dios".





Eusebia pasó necesidades en su infancia, al punto de tener que mendigar por los caminos, junto al padre, que perdió la capacidad de trabajar por un accidente y aquello no la humilló, todo lo contrario, marchó alegre cantando como si fuera una aventura bellísima. Así mismo trabajó desde la más tierna infancia para ayudar en casa, pero a la vez, se preparaba su alma para algo más grande, que no era de este mundo. Así piensa de su primera comunión: "Antes que mi madre me llamara ya estaba yo despierta....Yo sentía en mi interior una alegría muy grande, y, como sabía que que no era para las cosas de este mundo, sólo deseaba morirme para irme al cielo". ¿Este es el primer anuncio de una vocación que la ha preparado para este momento y que se hará cada vez más clara y exigente?. Las intuiciones de esta niña son más grandes que ella misma y madurarán en un admirable don de profecía.





Después de varios años trabajando en diversas cosas en su pueblo, fue a Salamanca a trabajar de criada y allí fue conduciéndola Aquel que la quería para Él a su vocacación. Hubo varios signos de ello: en el huerto del asilo encontró una medalla de la Virgen, pareciéndole que era la misma que se le apareció en un sueño. En otra ocasión, siendo 24 de Mayo, día de María Auxiliadora, en la procesión, sintió su llamada "Tú serás mi hija". Más tarde se encontró con una joven que frecuentaba el Oratorio de las HMA, y al acercarse a la imagen escuchó la misma voz: "Tú serás mi hija. Aquí te quiero". Más tarde trató de encontrar a la joven que le había llevado y nunca la encontró. Por último, la Directora del colegio le pidió que se quedase para ayudar a las hermanas en los trabajos y para acompañar a las alumnas internas. Ella aceptó de inmediato, y aunque aún faltaba mucho para que la aceptasen como religiosa, la posibilidad estaba más cerca.





Le esperan años de trabajo y dedicación, siendo la sierva de otros, siempre dispuesta a las órdenes de los demás. No sólo era pobre de dinero, no era dueña de su tiempo.Es la pobreza de la obediencia, que vive radicalmente antes de hacer de ella un voto religioso. Es la caridad, que se hace servicio humilde, que desde el humilde puesto en que se encuentra, siempre tiene algo que dar a los demás, comenzando por su sonrisa.


Desde esos años tempranos ya comenzaba a perfilarse lo que sería de ella más adelante, y ya había testigos silenciosos de su vida, que miraban con detenimiento su disponibilidad, su vocación al apostolado, su decisión de dar a conocer a Dios a todos los que le rodeaban. No fue una maestra, ni una teóloga, sólo tenía las gracias que Dios le dió: la humildad y la caridad que ofreció a todos por igual.


Después de años de trabajo silencioso y tenaz, fue aceptada como religiosa y el 5 de Agosto de 1924 hizo su profesión religiosa, indicándosele su primer campo de apostolado: el Colegio de María Auxiliadora, en Valverde del Camino, en Andalucía. Al despedirse de su amiga Caridad, novicia aún, le dice:"Hagámonos santas. Todo lo demás es perder el tiempo." Y ese es su programa de vida.


Sor Eusebia Palomino dió señales de la gracia del Señor desde muy temprano, no puedo enumerarlas todas porque no me alcanzaría el tiempo, pero les diré que desde los primeros años de su vida en el pueblo de Valverde la gente fue fijando su mirada en aquella monjita de talla pequeña, que no perdía nunca la sonrisa, rodeada de un halo de felicidad y entrega tal que daba ánimos y bríos a los que le consultaban. Y fueron muchos los que le consultaron, sobre muy diversos problemas, obteniendo de ella una promesa: "si Dios lo quiere, así pasará". Se le atribuyen innumerables gracias debido a su interseción, en una ocasión, una niña pequeña le confesó a la Directora : "Señora Directora, es que es una santa".


Difundió con amor la Devoción a las Santas Llagas y a María, que estaban siempre presentes en su vida, en todo lo que hacía. Los sueños tuvieron una parte importante en su vida, así como en la de S. Juan Bosco, indican momentos decisivos y orientaciones con una misión profética, junto con otras manifestaciones que se pueden llamar previsiones, telepatías, revelaciones etc, incluso junto a hechos extraordinarios, inexplicables, en los que se siente la fuerza del milagro. Estos aspectos, fuera de lo ordinario, surgen cada vez más frecuentes, insertándose en su modo de vivir enteramente ordinario y simplísimo, tanto que causa admiración y en ellos hay que reconocer el motivo de la fama de santidad que en torno a ello se tejió en Valverde y que se ha extendido dentro y fuera de España.


Estos fenómenos, independientemente de lo que opine la Iglesia de ellos, continúan produciéndose en nuestros días, alcanzando la categoría de milagros, por lo que su tumba siempre está acompañada de personas que vienen a rezar, con el convencimiento de que la pequeña hija de Cantalpino escuchará y les ayudará a resolver los problemas.


Yo conocí la vida y obra de Sor Eusebia estando en Cuba con las HMA de Guanabacoa, donde participé de muchas actividades con las hermanas, sin saber que un día me encontraría frente a su tumba y en el pequeño museo que hay en el mismo Colegio. No puedo enumerar todo lo que ha hecho por mí, pero sí quiero dar testimonio de su ayuda en mi vida: en una ocasión me salvó de estar en un accidente y hace cuatro años pude abandonar el tabaco después de hacerle una novena. Yo le considero mi Ángel de la Guarda.


Si quieren saber más de esta santa pueden ir a la página:




Si pasan por Valverde del Camino no dejen de ir al Colegio de las Hijas de María Auxiliadora, allí les recibirán con alegría, pues saben que tienen un tesoro para compartir.


Las frases de S. Eusebia las he tomado de sus Cartas y muchos de los datos los he entresacado de una Biografía escrita por Armida Magnabosco, publicada con el título: "Siendo pobre enriqueció a muchos". En el Colegio se pueden adquirir estampas, libros (hay uno muy sabroso de recetas tradicionales, escritas con sencillez bellísima por ella misma) y medallas para la devoción personal.

Esta foto es uno de los milagros de S. Eusebia, así que voy a editar para que la conozcan.







jueves, 13 de marzo de 2008

Los carnavales consolareños.

"Cuando era un niño, pensaba como un niño..." San Pablo se refirió a otras cosas, pero a mí me gusta mucho como escribe y por eso le he usado de introducción. Quiero hablar un poquito de los carnavales consolareños, aquellos que aún brillan en la memoria, como sólo pueden brillar los recuerdos en la mente de una niña. Mi madre trabajaba mucho en esos días, pues su centro de trabajo se volcaba al completo para que todo quedara bien. Trabajaba en el Centro de Elaboración, aquí sería una fábrica de alimentos o algo así. Su jefe, Juan "el lechonero" era famoso por la habilidad que tenía a la hora de asar cochinos (cosa que yo pude comprobar en muchas ocasiones), persona afable y bien llevada, que vivía en el Barrio de la Guayaba y se había hecho de un nombre local cuando fundó su propio quiosco, allá por los años 50.

En los carnavales iban a trabajar voluntarias todas las mujeres del centro, recuerdo a María Ravelo, Eugenia, Ana Martínez, Fina, Deisy, Dulce, Chicha, su hermana Yuya, Mongo Lliyo, Miguelina, Pablo y por supuesto, Irma, mi madre. Hacían bollitos, croquetas, la pasta para los panecillos, amburguesas, empanadas, buñuelos, panetelas, pudines, todo de muy buena calidad. Muchos niños se plantaban en la caseta y no se iban hasta que no lograban "tumbar" algo. Hubo unos carnavales muy populares en los que salió una canción muy pegadiza: "La caldosa de Quique y Marina". Aquello era el no va más, pues existía un plato de caldosa, una versión del ajiaco criollo de toda la vida (para los que no entiendan piensen en un puchero andaluz, pero con menos "pringá" y mas agua y vegetales) y la gente bailaba con su vaso en la mano, disfrutando del condumio y la música por igual.

Los días de carnaval íbamos en masa a las casetas, recuerdo que se ponían mesas frente a todos quioscos y veías a la gente disfrutando de su cerveza y comiendo alegremente, mientras la música sonaba en el ambiente sin parar. Las carrozas se traían de la capital, Pinar del Río y alguna hubo que fue llevada desde La Habana, llenas de brillos y papelitos de colores, con chicas jóvenes, con sus trajes de lentejuelas y sonrisas rojas, que no se cansaban de tirarte serpentinas. Y nosotros tampoco de pedírselas.

Los disfraces eran dignos de verse, pues con esas edades cualquier cosa sirve. Mi hermana y yo nos disfrazamos de negras culonas (je je je, cada cual busca lo que le falta) con almohadas amarradas a la cintura y las caras pintadas de negro y guantes y sombrillas con las que pinchábamos de vez en cuando al os otros niños que nos perseguían. El barullo era tremendo, corríamos a un costado de las carrozas, persiguiendo flashes de fotos y serpentinas, aquello cansaba que no les cuento, pero los niños tienen energías extras, así que nos regresábamos temprano porque no nos dejaban salir hasta más tarde, pero la verdad es que gozábamos de lo lindo.

Era bonito y lo sigue siendo en el recuerdo, el júbilo y la locura del carnaval que nosotros veíamos a través de ojos infantiles y juveniles, sin que se empañe su brillo, su sencillez, su alegría. Gracias a esos momentos pienso en mi pueblo con nostalgia y amor.

Ramón el médico.

¿Alguna vez ha habido un médico en su pueblo al que llamaran "el médico" por excelencia?. Pues en Consolación del Sur tuvimos (honor concedido) un médico de esos, de los antiguos, que visitaba a caballo, en coche, en carreta, en lo que fuera necesario. Cuando le conocí, siendo una niña de 6 años, ya él era un hombre mayor, viejo para mí, (que como se sabe los niños no tenemos mucha noción del tiempo en esos momentos). Era una persona bajita, con una curva de la felicidad incipiente y muy blanco. Eso me llamó la atención desde el primer momento, pues era llamativo que fuera tan blanco y con una mejillas rosadas y mofletudas que en cualquier momento parecía que te sonreiría y diría jo jo jo. Bueno quizás no era para tanto, pero era una niña con gran imaginación y me gustaba ir a su consulta, que estaba en su propia casa, al frente del parque de la Iglesia, justo al lado de donde, años después se hizo un salón de baile, perteneciente a la Casa de la Cultura.
Ramón el médico era culto y sabía de otros países, pues había sido agregado en la embajada de Italia, no recuerdo en qué gobierno cubano, pero se que fue antes de la Revolución. Su esposa era Angélica Capín, una señora entrada en carnes y muy maquillada, que tenía unos perritos salchichas muy monos y ladradores, que corrían todo el pasillo de la casa, arañándo con sus uñas el piso y las colitas nerviosamente moviéndose, para saludarme, pues yo los adoraba y siempre que iba a consulta trataba de entrar al pasillo que daba con la casa. Recuerdo la mirada comprensiva de Ramón, que al final me daba un empujoncito y decía: "niña ve a ver cómo está la sra Angélica" y yo salía disparada a jugar con los perrillos, saludando a la sra de la casa como de pasada. Años después, siendo ya una adolescente, trabé amistad con la sra Angélica, y le llamé tía Angélica hasta que se fue del pueblo. Con ella aprendí sobre comportamiento social, sobre modas, sobre formas de educación de las que nunca me habían hablado. Era una de esas mujeres de las que hablan muchas películas, refinada , culta y muy excéntrica, que merecería un capítulo aparte; pero desgraciadamente yo le conocí superficialmente. Las fotos que se veían en su casa daban testimonio de que había sido muy bonita en su juventud y cuando le conocí aún se mantenía lozana, aunque ya entrada en carnes, como esas matronas italianas, sentada en su mecedora de maderas trenzadas, abanicándose y riendo con sus perritos.
Ramón el médico era conocido y reconocido en su pueblo siempre, adonde quiera que se movía allí estaban los consolareños saludándole y deseándole un buen día. Porque en esa época ya estaba jubilado, en realidad era de los pocos médicos de antes de la Revolución a los que se le permitió continuar con su consulta privada. Lo mejor era que muy pocas veces te cobraba, y si lo hacía era muy poco, creo que era algo simbólico para él, pues a esas alturas ya tenía su fortuna hecha y no creo que necesitara cobrar.
Solía sentarse los domingos en uno de los asientos del parque, de los que estaban cerca de la Iglesia, con Felipe el farmacéutico, con mi tío Félix y con otros (todos hombres de la misma edad) que se acercaban para hablar de sus épocas. Muchas veces fuí hasta su banco y entablé conversaciones, para mí aquello era como saber que me escuchaban los adultos, y me regalaban caramelos y hasta me daban lecciones de medicina, contando casos que habían ocurrido muchos años atrás. La sonrisa de Felipe siempre era radiante y sabía mucho de fórmulas magistrales y de medicamentos que sólo estaban en prueba, yo en esos momentos me transportaba al futuro y me veía curando enfermedades y haciendo medicinas con mis propias manos. Siendo estudiante de medicina, siempre que me veían me preguntaban por mis notas, por mi vida en general y eso era motivo de alegría para mí.
Ramón el médico fue el que dirigió mis pasos hacia la medicina interna, pues decía que era la especialidad más completa y la más importante, me dejó láminas de anatomía y me inculcó el estudio, pues él nunca dejó de estudiar, siempre se sentaba por las tardes en el banco de frente a su casa con un libro o revista, poniéndose al día, como solía decir.
Y la muerte le sorprendió en ese banco un día en que unos niños estaban haciendo gamberradas con los bancos del parque y salió a regañarles sobreviniéndole un ataque vascular cerebral, que le mantuvo unas horas debatiéndose entre la vida y la muerte, hasta que la última ganó. Ramón el médico era historiador del pueblo de Consolación del Sur y murió defendiendo su patrimonio, nada más conmovedor. Recuerdo el velatorio y el entierro, llenos de consolareños, muchos de ellos nacidos por sus manos, otros curados por ellas, personas de lugares lejanos, de pueblos de campo, que fueron a rendirle su respeto. El pueblo perdió uno de sus mejores hijos y yo perdí un amigo, que primero fue mi médico y después fue un ejemplo a seguir. Este es un pequeño homenaje que tenía pendiente con Ramón el médico, espero que desde el cielo siga mi pasos.

martes, 11 de marzo de 2008

Recuerdos de mis vacaciones infantiles....

A veces la memoria se comporta como un organismo vivo e independiente o es como esos sueños que se empeñan en aparecer por la mañana y no sabes dónde archivarlo ni por qué está ahí. Muchas veces me encuentro recordando episodios de mi vida en Cuba y la añoranza se apodera de esa parte de mí que aún sigue allí, esa parte que no vino en un avión porque era pasado y el pasado se llama así por eso: porque no vuelve. A menos que un día te sientes y escribas sobre él y conjures en imágenes el tiempo que pasó.

Yo fui una niña privilegiada porque mi familia era del campo, por una parte y la otra vivía en un cayo, rodeados de agua y salitre. Las vacaciones eran un acontecimiento que te mantenían despierto todas las noches desde que te informaban que ibas a ver a los abuelos y tíos y a un batallón de primos con los que jugar, correr, saltar y de vez en cuando, practicar el gancho de izquierda.

Los viajes eran una verdadera aventura porque eran algo así como ese dicho cubano que dice "cruzar el Niágara en bicicleta", pues los billetes del autobús no eran muy fáciles de conseguir y después tenías unas 18-20 horas de viaje. Yo era muy juguetona y siempre perdía cosas en los viajes, desde el vaso de beber agua, hasta el abrigo de paño de salir. Y qué decir de los juguetes. Muchos niños disfrutaron de los que dejé olvidados en las terminales o en los autobuses.

Mis abuelos maternos vivían en Las Tunas, un lugar que reconozco en muchos pueblos andaluces: casas a ras de la acera, sin portales, entradas enrejadas, con plantas por doquier. Y patios llenos de luz y azulejos, con pozos o aljibes en su centro. La casa de mis abuelos era así, amplia y con dos patios. Mi abuela tenía plantas y patos en el solar y mi abuelo criaba palomas "buchonas" y mensajeras. Recuerdo que siempre traté de entender el lenguaje de las palomas, pues cuando hacían curr, curr yo creía que me estaban dando un mensaje y mi abuelo disfrutaba haciendo historias de aparecidos y cocuyos y animales que hablan. Lo típico de las leyendas campesinas: totalmente fantásticas y muchas veces tan escalofriantes, que no te dejan dormir.

Cuando había matanza se juntaban todos los tíos (7 en total) con sus respectivas esposas e hijos. Aquello era el no va más...Se hacía arroz congrís, morcillas, carne frita y muchos chicharrones de viento. Los primos andábamos buscando la oportunidad de coger cualquier cosa, mientras los mayores hablaban entre ellos. Mi abuela se ponía algo furiosa, pero creo que era como un papel que tenía que representar, porque después te llamaba aparte y te daba algo de su delantal. Era genial.

Recuerdo los vecinos, que eran muy amables y cada vez que íbamos, preguntaban cómo nos iba la vida. Y recuerdo los perros más famosos del barrio: Campeón, que era el de mi abuelo Rafael y León que era de los vecinos de enfrente. Ambos se pasaban la vida peleándose y como yo era una niña muy inquieta y con una gran personalidad, la mayor parte de las veces, se peleaban por mí. ¡Que suerte!.

Recuerdo una ocasión en la que viajé con mi tía Mirta al campo, a caballo. Fue un viaje inolvidable, no solo por el dolor que sentí después que me bajé de aquel caballo, sino por lo peligroso que era el camino. Yo iba detrás de mi tía, que era una gran amazona y le estrujaba tanto la cintura del miedo que me dijo: "Hija, si no me mata esta bestia, lo harás tú". Evidentemente se me quitó el miedo del tirón.

En la finca de sus padres todo era bello, interesante y nuevo para mis ojos, pues tenían una fábrica de quesos y unas vacas enormes con unos cuernos que podían ensartar a tres mariselas juntas y que, sin embargo, al ponerlas a ordeñar, se dejaron tocar. No se por qué pero yo siempre había sentido una gran afinidad por esas vacas solidarias que daban su leche para que los niños pudiesen desayunar y al verlas allí, tan cerca me sentí muy especial. Cosas de niños!!!!

Aquella excursión, no obstante terminó algo mal para mí, porque de tanta bola de queso que comí (eso es queso fresco, muy fresco) me empaché y tuvieron que mandar a buscar a un vecino (que vivía unos km más allá) para que me "pasara la mano". Creo recordar que estuve por allí unos 7 días, pero fueron perfectos, dentro de mi memoria infantil, son de los mejores que atesoro. Para el que no lo sepa, el pasar la mano es un remedio casero de los más efectivos que hay: te dan un masaje por los músculos de las piernas, con aceite, y se te quita la mala digestión. Es cierto porque yo he podido comprobarlo, de echo se lo hice en Lanzarote a un médico que se quedó con la oca abierta. Él que es agnóstico, según su definición, estuvo una hora diciéndome que era bruja, hasta que le conté de dónde venía el remedio. La efectividad se basa en la relajación de los músculos, que a su vez relaja los nervios y eso influye de alguna forma, sobre el intestino. Si alguien sabe mejor respuesta que la diga.

La finca era grande y tenía unos potreros llenos de "vacas bravas" o "fajadoras" y nos entreteníamos corriendo de un árbol a otro evitándolas. Los niños del lugar eran fieras, pero la niña de la ciudad no se quedaba detrás. Recuerdo que nos subimos en una higuera, que allí son enormes árboles tropicales y nos retamos a ver quién subía más. Al final quitamos la cuerda y bajamos como pudimos, hasta que Rolando, el hermano de mi tía, bajó al resto a base de correazos. Fue muy divertido!!!sobre todo para el que logró escapar y reírse de los demás.



Es posible que continúe.....

lunes, 10 de marzo de 2008

La fiesta de los quince.

¿Qué niña cubana no ha soñado por llegar a sus quince años? Aquello era un fenómeno dentro de la familia, algo de tal magnitud que no escatimaban nada: desde alquilar un local "de moda" hasta ir al pueblo de Artemisa a llorarle una cita a tiempo a la fotógrafa más famosa de todo Pinar del Río (de cuyo nombre no puedo acordarme). Era la competición más famosa entre las adolescentes: "yo quiero un vestido de cola porque a fulanita se lo han alquilado así", o "yo voy a celebrarlo en El Rancho porque es el más de lo más".


Yo no me corté el pelo hasta el mismo día de la fiesta, pues mi madre quería que me tirara las fotos con el pelo hasta la cintura (error craso si llego a hacerlo pues era pelo y diente namá) y me dejó en la peluquería sola, "sola ante el peligro" que era una mulatona, Sarita la peluquera, que me preguntó (como si yo lo supiera): ¿por dónde te lo corto niña?. Yo levanté los hombros, de pura ignorancia y ella aprovechó y metió tijera por ese mismo lugar, así que llegué a mi casa con el pelo cortado a lo francés y a mi madre por poco le da un patatús. La verdad es que en las fotos, hechas por el amigo Goyo, que era el único fotógrafo de mi pueblo, me veo bastante bien jejeje.


En la fiesta era tradición que te sacara a bailar un chico de tu grupo (claro que tratabas de escoger al más guapo, lo cual era motivo de competición también) para bailar una primera pieza musical, que en mi caso fue "Hotel California", que hacía furor por esa época y en el caso de las más favorecidas, cuyos padres tenían más dinero o trabajaban en un lugar estratégico, era un vals. Lo del baile quedaba muy bien porque el traje para salir y tirarte las primeras fotos era un traje similar a los de las novias actuales, eso es: de bata de cola, de volantes, con aros, lisos, con mangas, sin ellas. En resumen: nos disfrazábamos de novias sin saberlo. Aún se me erizan los vellos de la emoción al recordar la parafernalia que se armaba alrededor del acontecimiento: hacer las tarjetas, las listas, las cajitas para repartir el comestible, las flores.


¿Qué se repartía de condumio? Pues lo que hubiese en esos días; pero lo más frecuente era la ensalada fría (la hermana de la ensaladilla rusa española; pero en versión caribeña) los bocaditos con pasta de jamón, que son como unos mini bocatitas con un tipo de paté de jamón; refrescos, que aún no te autorizaban a beber nada más fuerte, aunque se permitían cervezas a los adultos y los chicos varones se escapaban y bebían entonces algo. Por supuesto en otros quince se mataban lechones y corría el ron.


Llegó la noche y ahí estaba yo, oronda señorita de la mano de Ernestico, mi vecino de arriba, rodeada de amigos, bailando una canción que me encantaba y con un vestido de color rosa, al más puro estilo Barby (creo que por eso me gustan tanto sus dibujos animados) feliz de realizar el sueño de mis quince años: presentarme como una princesa por un día. Lo mejor de todo es que pude bailar hasta la madrugada sin que se rompiera el hechizo y mis amigos se fueron felices y contentos después de despatillarnos con los Bonny M, Maykel Jackson, ABBA, y toda la música cubana que se recolectó para la ocasión.
Solo puedo concluir que fue un dia feliz que he rememorado para tratar de transmitirles mi felicidad de aquel momento, espero que lo disfruten. Gracias, Marisela.



domingo, 9 de marzo de 2008

Carta a mis lectores

...Y a los que aún no me leen también. Ante todo quiero agradecer a todos los que han entrado y dejado un mensaje, eso me da ideas para escribir con más ímpetu. La verdad es que me gustaría responder a todos individualmente; pero no es posible. Sólo quiero que sepan que es bonito poder plasmar ideas, recuerdos, mostrar fotos y ver que le interesa a muchas más personas de las que una piensa.
Dicho esto voy a aclarar algunos puntos: este blog no pretende ser un foro político ni como estandarte ni como copia de las ideas de nadie Sólo escribo sobre mis vivencias, que son únicas, como único ser humano que soy. No quiero ofender a nadie con mis escritos pero tampoco estoy dipuesta a que se me juzgue y sancione sin conocer. Tengo muchos defectos como cualquiera pero soy coherente con lo que pienso.
Dicho esto aclararé algo: salí de Cuba porque me asfixiaba el clima de hipocresía que reinaba en la sociedad cubana, en el seno del Partido Comunista, en los luengos e insustanciosos discursos que bombardeaban un día sí y otro también. Esa fue mi realidad. ¿Que hay miles de realidades? Estoy de acuerdo, pero la mía fue esa.
Y esta aclaración me recuerda, muy a mi pesar, una discusión que tuve con otro cubano, en el año 2000. Era médico como yo, se había fugado por Francia y era hijo de un destacado médico "de los de antes" (¿recuerdan esa frase coloquial tan frecuente?). Él me dijo que había pasado hambre en Cuba desde que era un niño porque a ellos se lo quitaron todo y yo airada le contesté que eso no era así, que de niños estábamos bien, que el dinero alcanzaba y que mis padres siempre encontraron qué poner en la mesa. No voy a contar todo lo que nos dijimos porque fue doloroso, sólo que nunca más nos hablamos. Mi esposo, que es un gran hombre, me abrió los ojos demostrándome que nunca llueve para todos por igual. Y tenía razón: yo fuí criada por comunistas y educada en la escuela del igualitarísmo, no podía entender a ese cubano al que, desde que nació, se le quitaron muchos derechos, sólo por ser hijo de quien era ( nada de gusanos ni contrarrevolucionarios, simplemente personas con ideas diferentes). Creció en una familia a la que se le quitó todo, hasta la religión, porque si ibas a la Iglesia no te daban carrera. Eso espero que lo recuerden los que me estén leyendo.
Otra aclaración: estudié medicina porque me quemé las pestañas desde que estaba en la primaria, no porque me lo regalara nadie. Si lo hubiese hecho igual en España me habrían dado un beca pues estuve entre los primeros lugares de mi promoción al final del Preuniversitario. Y no me lo dieron de balde pues también tuve que ir todos los años de carrera a trabajar al campo, con asma, neumonía, giardias y lo que se me pusiera delante y sin cobrar un quilo prieto partío por la mitad. Me cansa la gente que está constantemente repitiendo la cantinela de que si no fuera por la Revolución, cómo hubieses estudiado, cómo serías, cómo fueses, cómo, cómo, cómo. Pues eso no lo sabe nadie, así que no me interesa hacer cábalas de ese tipo, sólo podemos saber lo que ya hemos vivido: "el futuro es incierto, Angin sam, sólo el presente importa" (no he podido evitarlo).
Cuba me ha dado mucho: mi nacionalidad, mi cultura, mi forma de ser caribeña, cosas de las que estoy y estaré orgullosa mientras viva. Lo que no quiero es que se confundan los términos: uno puede ser patriota, pero no comulgar con las ideas que proyecta un gobierno que lleva cincuenta años viviendo del cuento. Es lo que creo con mucho respeto para los que piensen diferente. Yo sencillamente me cansé un día de ser manipulada, de aplaudir sin ganas, de fingir que "todo va bien" y "manden más que vamos ganando".
Vivo en un país donde no me vigilan constantemente si digo algo contrario a la idea general, donde puedo escoger entre más de un partido político y dentro de ese, los delegados que más se ajusten a mis ideas de economía, desarrollo social etc.
Por tanto y espero no tener que aclararlo otra vez: escribo desde la libertad que me da una sociedad madura y libre.
Gracias, Marisela.

viernes, 7 de marzo de 2008

Consolación del Sur

Aún recuerdo el parque de la Iglesia con cariño, podría decir con devoción: allí íbamos a escuchar la "retreta" del domingo. Era un acontecimiento que mi hermana y yo esperábamos con ilusión, pues en medio de la glorieta (que en la foto no se aprecia), se ponía la Orquesta Municipal a interpretar un repertorio amplio, culto e internacional. Allí se tocaban piezas de los más importantes compositores cubanos como Ernesto Lecuona, Caturla, Leo Brawer, Hubert de Blanc y muchos otros. Pero también se tocaban las maravillosas piezas de Mozart, Schubert, Shaikovsky, y óperas de Verdi y Puccini que nos transportaban a lugares maravillosos, a épocas donde se usaban pelucas y se bailaba sin tocarse prácticamente. De todas las piezas las que más nos gustaban eran las de zarzuelas españolas. Nos encantaba pensar que éramos parte de España por nuestras raíces y porque desde muy pequeñas habíamos leído y estudiado la literatura (esas letras gloriosas que nos hacían soñar con La Mancha del Quijote y Sierra Morena, escondite de bandidos de la talla de Curro Jiménez) y las zarzuelas nos llevaban a visitar las calles de Madrid, con sus chulos y floristas.
En ese parque existía una tradición desde antes de nacer nosotras: los jóvenes paseaban en una dirección y las jóvenes hacia la otra, consiguiendo con esto encontrarse en algún momento de la vuelta. Era emocionante poder verlo con nuestros propios ojos, aunque no duró mucho más de mis diez años. Muchas tradiciones se pierden así, es parte del desarrollo, pero sigues pensando en ellas como algo bonito.
Nos gustaba estar allí cuando daban las campanadas, y sentarnos en el muro de la Iglesia, mirando como muchos niños católicos entraban con sus padres. Ni soñarlo nosotras: la fe fue algo que se nos prohibió desde muy temprana edad. Pero la fe es algo que Dios nos da gratuitamente y el ansia de nuestras almas va hacia Él de forma natural. Ahora vivo libre y puedo adorarle sin ninguna traba ideológica que me lo impida pero siempre llevaré en mi memoria esa iglesia de Consolación del Sur, dedicada a La Candelaria, a la que nunca pude visitar.

Un angel ha llegado al cielo.

Es desgarrador ver cómo el dolor se ceba en otro ser inocente. Ya son muchas las veces que estamos frente al televisor y dan noticias de ese tipo: un niño o niña ha desaparecido y no se ha pedido rescate, o se busca adolescente que salió de casa y no ha regresado. Desde que llegué a Europa he tenido que sufrir escuchando y viendo reportajes sobre familias que esperan contra toda esperanza; he visto las imágenes de los lugares donde vivían, las búsquedas incansables de las autoridades y voluntarios. Me vienen a la mente niños, adolescentes y jóvenes cuyas vidas terminaron cuando a algún desalmado se le "ocurrió" frenarles en pleno vuelo; pero hoy se me encoge el corazón al pensar en Mari Luz, esa niña onubense llena de gracia y salero, la más pequeña de una familia humilde. Hemos visto los vídeos un cumpleaños, bailando y apagando las velitas de la tarta y pienso que ya no volverá a hacerlo. Pienso con dolor que, por mucho que queramos, nada la devolverá a unos padres que hoy están destrozados, pero no sólo hoy: este es un dolor que les perseguirá cada día de su vida. Lo único que podemos hacer los ciudadanos de a pie es darles nuestro apoyo y decirles que no están solos. Ellos son cristianos y tienen la certeza que hoy ha llegado un ángel al cielo.

La sombra de la muerte.

Hoy he llorado con dolor visceral, profundo, por un ser humano al que no conocí, del cual posiblemente no hubiese escuchado nada, de no ser porque le han matado vilmente. Hoy he guardado luto por un hombre con nombre de profeta: Isaías Carrasco. No se quién era pero puedo reconocerle por sus obras: trabajador, sacrificado, consecuente con sus ideas y luchador, esto por supuesto, de otra forma no se concibe a los que dan la cara por todos los españoles en un lugar donde es difícil, casi imposible, decir que lo eres. He visto su foto: guapo, joven, como dirían las abuelas, un chico de buen ver. Y he sabido de su familia: una esposa, hijos. No han matado, por tanto a un solo hombre sino que han destruido una familia. Tan comunistas que dicen ser los que siguen las ideas de extrema izquierda y aquellos que les avalan y apoyan ante la democracia y no se acuerdan de que Marx, ese filósofo que ideó el comunismo científico, dijo alguna vez que "la familia es la célula de la sociedad". Imagino que estos asesinos (etarras y compañía) no se han leído esa parte de la doctrina marxista/leninista. Y es evidente por la cantidad de familias que han destruido con la justificación (para aquellos a los que les baste una simple justificación de la barbarie) de estar defendiendo un país que históricamente nunca ha existido.

Da verguenza ajena conocer las formas de mentir que se buscan aquellos que quieren llevar a los vascos por el camino de la venganza y el separatismo. Da igual que se tenga una anomalía genética en sangre o que crien un ganso que sólo crece allí, como da igual que hablen un idioma que no tiene raíces aparentes. Lo cierto es que Las Vascongadas son españolas como que el sol no se puede tapar con un dedo. Y miles de dedos son los que tendrían que estar señalando a esos que aprietan los gatillos, llevándose vidas inocentes. Miles de dedos y miles de manos blancas deberían estar ahora mismo condenando a los asesinos & cía, colaborando para que no puedan hacerlo más, para que no tengamos que estar ante otro crimen, impotentes ante la maldad. La sombra de la muerte ha planeado sobre España para amilanarnos, para amedrentarnos, para que vayamos a las urnas con el corazón encogido, pero yo digo: este es un país con mucha historia, con mucha gente sencilla y noble que no se rendirán ante la ignominia y la rabia terrorista, que recogerán el guante y lucharán para que no queden crímenes como este impunes ni olvidados. Esto también es memoria histórica.

martes, 4 de marzo de 2008

Yo fui a Tarará

Acabo de leer un bello artículo (léase memoria) de ese cubano que se dice llamar Yoyin (http://elyoyin.blospot.com) y me ha enternecido y ha provocado el deseo de relatar mi aventura con ese Campamento Internacional de Pioneros que se llamó Tarará. No recuerdo con certeza el lugar, creo que está en una playa de La Habana, pues nunca volví a estar allí. Fui con 10 años, creo, pues ya no recuerdo los que tenía en mi quinto grado de primaria. Yo era de esas niñas redichas y estudiosas, puntuales y puntillosas, sabiondas y siempre alzando la mano para que me dejaran contestar: siempre me lo sabía todo. Daba lo mismo que fuera de ciencias o letras: yo siempre llevaba las lecciones aprendidas. Y también era de las pioneras destacadas, de las que participaba en todo: que había que limpiar la escuela en domingo, allí estaba yo; que había que llevar una pintura o adorno, ya lo llevaba yo. Y así era con todo: cumplidora y estudiosa, y lo mejor de todo: hija de comunistas sacrificados y trabajadores, que nunca pidieron nada al nadie (léase al gobierno). Mis padres me inculcaron el espíritu del esfuerzo máximo, darlo todo por todos, porque eso era lo que habían hecho muchos en otras épocas y lugares. Si hubiese sabido lo que se ahora ¡otro gallo cantaría!.
Pero bueno a lo que iba: me gané un viaje de fin de curso; pero no uno cualquiera, sino el viaje, ¡¡¡¡el del día de la inauguración!!!!. Me puso mi madre una bolsita de tela con dos blumers (bragas), un pijama, que se lo consiguió María Elvira (qepd) la de la tienda de Los Novios, buena como ella sola le dió un corte de tela para que tuviera algo nuevo que ponerme. Y llevé un biquini que si lo vieran ahora se desmayarían: verde chillón y ancho como él solo. De todas formas en ese momento ni se me pasaba por la cabeza pedir nada, pues nada había y además aún no había llegado a la edad difícil.
Y allí estaba yo metida en aquella guagua repleta de niños de diferente lugares de Pinar del Río, cantando y chillando a todo lo que me daban los pulmones (mucho más que ahora), riendo por cualquier chiste o tontería que dijeran los mayores y preguntando cada cinco minutos a los maestros cuándo llegábamos. Si soy sincera tengo que confesar que me decepcioné mucho cuando llegué, porque si la memoria no me falla aquello parecía más un cuartel que un campamento de pioneros. Veamos: no un cuartel como los que se ven en la tele grandes y de piedras, sino como los barracones de los soldados de "La teniente O´Neill". Así mismo: alargados edificios prefabricados de una sola planta, con literas a ambos lados de las paredes y con una campana para llamar que se oía sin ningún problema (y hasta te dejaba sordo). Hice muchos amigos allí de diferentes lugares, de hecho hice amigos rusos (invitados para la ocasión), ya que en aquella época estudiaba ruso "Russky Izik pa Radio" (el idioma ruso por radio), aparato que no había en casa por lo que iba dos veces por semana a casa de Lazo, un vecino y amigo. Bueno no es que hablara mucho pero por lo menos entendía los nombres, cosas de su país y esas tonterías que te hacen ameno el verano y te dan para inflarte delante de tus amiguit@s. Para que aquello no se me olvidara jamás en la vida casi me ahogo en la playa, tuve mucha suerte porque era muy alta para mi edad, pero pasé un susto de muerte y no quise volver a nadar hasta muy grande ya. El caso fue que dos compañeritas, más achaparraditas que yo, quisieron ir a donde estaba tratando de flotar y haciéndome la que nadaba mejor que la Ester Williams. Cuando llegaron a mi altura ya se estaban hundiendo, vino una ola gigante en ese momento y no se les ocurrió nada mejor que engancharse a mi cuello. Aquello pudo terminar mal si no llega uno de los profesores de la delegación de La Habana y nos saca por el pelo a todas juntitas.
Pero lo que sí supuso un golpe de efecto (en aquella época no sabía lo que era eso) fue cuando nos dieron la noticia de que Fidel, el mismo Fidel en persona, vaya de carne y hueso, como se dice por allí, en vivo y en directo, iría a inaugurar el campamento. Aquello nos quitó el sueño toda la noche, hablábamos hasta dormidos:¡¡¡¡Fidel aquí!!!! Por supuesto que no se lo podías decir a nadie de tu familia o de tu escuela, no sólo porque el teléfono era un lujo y estaba restringido, sino por las medidas de seguridad que desde ese mismo momento se impusieron. Pero a nosotros no nos molestó nada, que cuidaran todo lo que quisieran, lo que queríamos era poder ver al líder, estar cerca de la tribuna, verle y escucharle. Recuerdo todo el programa de actuaciones como si fuera ahora: niños bailando el zapateo cubano, vestidos de mambises, niños bailando el baile de las cutaras, otros tocando guitarras guajiras y hasta hubo un coro de niños rusos, vestidos con sus trajes nacionales y todo eso. Esa parte fue espectacular para mí, una niña de Consolación del Sur, que no había ido aún al teatro o a alguna representación de ese tipo. Para mí fue emocionante y lo guardo entre los recuerdos de la infancia que no se olvidan.
Lo que tampoco te explicaban en esa época: que el Fifo podía hablar durante cuatro, cinco, siete horas de forma imparable e irreversible. De qué habló en ese día tan especial para los pioneros como yo: ni idea. Lo que sí recuerdo es a los camilleros de la Cruz Roja llevándose a varios niñ@s desmayados, vomitando o enteramente inconcientes. Aquello sí que se me grabó y lo peor de todo es que no lo entendí, no ví lo que significaba aquello, no supe, hasta muchos años después que éramos unos adoctrinados y nadie decía nada o por lo menos, no a los niños. Estábamos marcados por la historia y eran las ruedas de ella las que nos pasaban por encima amoldándonos a sus vueltas y revueltas.
Es cierto que cuando miramos atrás, muchos de nosotros, nos damos cuenta de la inocencia de nuestros actos, de la fragilidad del ser humano, de lo fácil que es colocar un chip en el cerebro de cualquier niño y llenarlo de manifestaciones "defendiendo el patriotismo", de ideas bellas (defender a los pobres, regalarle a los niños de otros países tus propios juguetes y tu ropa, porque los pobres, no tienen nada) que se vuelven feas cuando las miras a traves de tus propios ojos, no porque no quieras ser solidario, sino porque te lo obligado
Acabo de leer un bello artículo (léase memoria) de ese cubano que se dice llamar Yoyin (http://elyoyin.blospot.com) y me ha enternecido y ha provocado el deseo de relatar mi aventura con ese Campamento Internacional de Pioneros que se llamó Tarará. No recuerdo con certeza el lugar, creo que está en una playa de La Habana, pues nunca volví a estar allí. Fui con 10 años, creo, pues ya no recuerdo los que tenía en mi quinto grado de primaria. Yo era de esas niñas redichas y estudiosas, puntuales y puntillosas, sabiondas y siempre elevando la mano para que me dejaran contestar: siempre me lo sabía todo. Daba lo mismo que fuera de ciencias o letras: yo siempre llevaba las lecciones aprendidas. Y también era de las pioneras destacadas, de las que participaba en todo: que había que limpiar la escuela en domingo, allí estaba yo; que había que llevar una pintura o adorno, ya lo llevaba yo. Y así era con todo: cumplidora y estudiosa, y lo mejor de todo: hija de comunistas sacrificados y trabajadores, que nunca pidieron nada al nadie (léase al gobierno). Mis padres me inculcaron el espíritu del esfuerzo máximo, darlo todo por todos, porque eso era lo que habían hecho muchos en otras épocas y lugares. Si hubiese sabido lo que se ahora ¡otro gallo cataría!.
Pero bueno a lo que iba: me gané un viaje de fin de curso; pero no uno cualquiera, sino el viaje, ¡¡¡¡el del día de la inauguración!!!!. Me puso mi madre una bolsita de tela con dos blumers (bragas), un pijama, que se lo consiguió María Elvira (qepd) la de la tienda de Los Novios, buena como ella sola le dió un corte de tela para que tuviera algo nuevo que ponerme. Y llevé un biquini que si lo vieran ahora se desmayarían: verde chillón y ancho como él solo. De todas formas en ese momento ni se me pasaba por la cabeza pedir nada, pues nada había y además aún no había llegado la edad difícil.
Pues allí estaba yo metida en aquella guagua repleta de niños de diferente lugares de Pinar del Río, cantando y chillando a todo lo que me daban los pulmones (mucho más que ahora), riendo por cualquier chiste o tontería que dijeran los mayores y preguntando cada cinco minutos a los maestros cuándo llegábamos. Si soy sincera tengo que confesar que me decepcioné mucho cuando llegué, porque si la memoria no me falla aquello parecía más un cuartel que un campamento de pioneros. Veamos: no un cuartel como los que se ven en la tele grandes y de piedras, sino como los barracones de los soldados de "La teniente O´Neill". Así mismo: alargados edificios prefabricados de una sola planta, con literas a ambos lados de las paredes y con una campana para llamar que se oía sin ningún problema (y hasta te dejaba sordo). Hice muchos amigos allí de diferentes lugares, de hecho hice amigos rusos (invitados para la ocasión), ya que en aquella época estudiaba ruso "Russky Izik pa Radio" (el idioma ruso por radio), aparato que no había en casa por lo que iba dos veces en semana a casa de Lazo, un vecino y amigo. Bueno no es que hablara mucho pero por lo menos entendía los nombres, cosas de su país y esas tonterías que te hacen ameno el verano y te dan para inflarte delante de tus amiguit@s. Para que aquello no se me olvidara jamás en la vida casi me ahogo en la playa, tuve mucha suerte porque era muy alta para mi edad, pero pasé un susto de muerte y no quise volver a nadar hasta muy grande ya. El caso fue que dos compañeritas, más achaparraditas que yo, quisieron ir a donde estaba tratando de flotar y haciéndome la que nadaba mejor que la Ester Williams. Cuando llegaron a mi altura ya se estaban hundiendo y no se les ocurrió nada mejor que engancharse a mi cuello. Aquello pudo terminar mal si no llega uno de los profesores de la delegación de La Habana y nos saca por el pelo a todas juntitas.
Pero lo que sí supuso un golpe de efecto (en aquella época no sabía lo que era eso) fue cuando nos dieron la noticia de que Fidel, el mismo Fidel en persona, vaya de carne y hueso, como se dice por allí, en vivo y en directo, iría a inaugurar el campamento. Aquello nos quitó el sueño toda la noche, hablábamos hasta dormidos:¡¡¡¡Fidel aquí!!!! Por supuesto que no se lo podías decir a nadie de tu familia o de tu escuela, no sólo porque el teléfono era un lujo y estaba restringido, sino por las medidas de seguridad que desde ese mismo momento se impusieron. Pero a nosotros no nos molestó nada, que cuidaran todo lo que quisieran, lo que queríamos era poder ver al líder, estar cerca de la tribuna, verle y escucharle. Bueno eso tampoco te lo explicaban en esa época: que el Fifo podía hablar durante cuatro, cinco, siete horas de forma imparable e irreversible. De qué habló en ese día tan especial para los pioneros como yo: ni idea. Lo que sí recuerdo es a los camilleros de la Cruz Roja llevándose a varios niñ@s desmayados, vomitando o enteramente inconcientes. Aquello sí que se me grabó y lo peor de todo es que no lo entendí, no ví lo que significaba aquello, no supe, hasta muchos años después que éramos unos adoctrinados y nadie decía nada o por lo menos, no a los niños. Estábamos marcados por la historia y eran las ruedas de ella las que nos pasaban por encima amoldándonos a sus vueltas y revueltas.
Es cierto que cuando miramos atrás, muchos de nosotros, nos damos cuenta de la inocencia de nuestros actos, de la fragilidad del ser humano, de lo fácil que es colocar un chip en el cerebro de cualquier niño y llenarlo de manifestaciones "defendiendo el patriotismo", de ideas bellas (defender a los pobres, regalarle a los niños de otros países tus propios juguetes, y tu ropa, porque los pobres, no tienen nada), que se vuelven feas al serlo sin una explicación, realista, sin dobles sentidos.
El viaje duró una semana que pasó volando, en aquella etapa de mi vida no se me ocurrió llevar un diario, cosa que me será útil hoy, pero siempre será parte de mi experiencia en Cuba, un recuerdo bonito que me acompaña en el exilio, que no podrán quitarme nunca.