miércoles, 4 de abril de 2012

Buenos días Señor

estos días son frío, húmedos, lluviosos y la tos me acompaña a todas partes, pero estoy contigo, Señor, atenta a tus mensajes y a tus palabras. No voy a los desfiles porque no me gusta andar en la noche con tanta gente alrededor (se que algo que no puedo evitar y tú lo entiendes) pero, sobre todo, no me gusta verte rodeado de tanto dorado y lujo, cuando escogiste nacer en la pobreza. Pero he estado horas en el Sagrario velando contigo, escuchando lo que me quiere transmitir tu Espíritu. Tú hablas, Señor, a través de las personas que me encuentro en el camino, a través de los acontecimientos, buenos y malos, que jalonan mi vida. Y nunca dejo de admirarme del amor que tienes, no puedo dejar de pensar en ese amor que me das sin medir los errores, mis contradicciones, mis inseguridades. Yo, como Pedro lloro en silencio por todas las veces que te niego, por las cosas que no callo o por las que dejo de decir....
Y siempre estás ahí, con esa mirada que no me reprocha, sino que me ama...
Y así me muestras el camino: sólo el amor es merecedor del esfuerzo, sólo él merece nuestra vida....

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