lunes, 30 de diciembre de 2013

La oración compartida

Quienes me conocen saben que me gusta orar a todas horas: no necesito mucho espacio ni tiempo. A veces la oración es sólo levantar los ojos al cielo y ver el sol radiante y decirle: Buenos días hermano sol!. Otras es ver una persona pidiendo en la escalera de un bar  y darle unas monedas diciéndole: Dale las gracias a Dios, no a mi.
Y la semana pasada, en mi grupo carismático sucedió algo que debo compartir, pues la fe es para eso para compartirla. Explico:siempre empezamos con cantos de invocación al Espíritu Santo, para que venga a nosotros e ilumine las enseñanzas que vamos a recibir, después se canta al Hijo pidiendo apoyo y guía para nuestros pasos. Y finalmente, "entramos en materia": comenzamos la alabanza al Padre. Esta parte es la más prolongada siempre, muy sentida por todos, aquí nos vamos expresando entre cantos y estribillos sobre aquello que el Espíritu nos ha hecho entender. Pues ahí fue donde tuvimos todos los miembros del grupo un momento muy especial: fue algo difícil de expresar, como lo hablamos después, al hacer la meditación de la lectura: yo sentí un impulso muy fuerte de cantar de pie, así como mi compañero Tono, fue como un resorte, pues nos levantamos los dos a la vez, dando palmas y cantando a pleno pulmón (yo es que canto muy mal para mis oídos, así que ya os podéis imaginar) y sentíamos un ansia de bailar y comprendí entonces esa palabra que aparece tanto en los salmos como en el AT: exultar, exultaré...Fue como una claridadd, como un entrar en el Conocimiento de Dios, fue algo inenarrable.
Y al terminar la alabanza nos sentamos como arrobados, pero al mirar las caras de los otros me di cuenta de que todos estaban también como en éxtasis (no encuentro mejor descripción).
 Una de las servidoras del grupo, cuando ya habíamos hablado de la lectura, nos empujó a hablar de la experiencia y fue maravilloso ver cómo todos, digo TODOS, habíamos experimentado algo muy fuerte e indescriptible: uno lo sintió como calor, otra como fuego, un tercero dijo sentir algo rozando sus brazos y  otros que algo le había cantado al oído....todos habíam,os tenido una experiencia asociada al Espíritu Santo diferente, pero vívida, tangible.
Amigos, ya se que muchos dirán: "esos carismáticos"...pero yo sólo describo una experiencia sucedida durante la oración comunitaria para que vean cómo aún siendo pecadores, aún siendo los más imperfectos, cuando unimos nuestras voces y almas e invocamos al Espíritu de Dios, éste se puede manifestar.
Así que ya saben: nada hay como alabar a Dios: por todo y por todos, por las cosas que tenemos y por las que no, por nuestros amigos que nos aman y por los enemigos, que nos recuerdan que no somos perfectos.
Yo canto todas las mañanas con Marcos Wytt, un cantautor cristiano evangélico que me encanta: sus canciones me sirven para adorar a Dios de forma alegre e intensa, son como oraciones, pero sin peticiones superfluas que me entretengan: sólo alabar. Y es una sensación fuerte y que me renueva a diario cantar al Señor por todo lo que me da.
Así que: ¡alabemos al Señor que ha hecho en nosotros maravillas! Un abrazo a los que pasen por aquí.



1 comentario:

eligelavida dijo...

Esas experiencias en la oración son dedadas de miel que el Señor nos concede a veces para ayudarnos a perseverar, o simplemente el gozo de estar con El. Lo describes muy bien y creo que con ello animas a tus lectores a comenzar y, como decía santa Teresa, no parar. Un abrazo Marisela!