Siempre he admirado la perseverancia en el estudio de personas con otras religiones, ajenas a la católica y he admirado a otras vertientes del cristianismo, en los que he visto un afan de saber, de leer y de comprender su fe, que muchas veces no se corresponden en los católicos. La Biblia, ese libro que encierra la sabiduría y la experiencia de aquellos que fueron amigos de Dios, nos habla de muchas cosas, cotidianas unas y otras trascendentales y sólo si la leemos detenidamente, sólo si nos hacemos asiduos a su lectura, las podremos ver y comprender.
La enseñanza de este libro no se circunscribe a las experiencias de otros, que ya han pasado por la Historia, sino que nos señala un camino y una vivencia que se aplica a nuestra vida diaria y de la cual sacamos una enseñanza. Porque ¿qué son las parábolas con las que Jesús enseñó a los doce apóstoles sino retazos de la vida de muchos que, a la vez, somos nosotros mismos?. Cuando leemos podemos vernos retratados en esas parábolas: la madre angustiada que pide por la vida de su hija, por su salud (física y mental); la joven Magdalena, confundida por su sensualidad, que está buscando una guía; el joven rico que no sabe vivir su vida, al que llega un momento que no le vale tanta riqueza material y quiere seguir a Jesús; pero no se atreve; la avaricia del cobrador de impuestos, la cabezonería del hijo pródigo y su posterior arrepentimiento.Cuando vamos al Antiguo Testamento y vemos lo malagredecido que llegó a ser el pueblo de Israel con Moisés y por tanto, con el Señor, y se fueron a adorar dioses de barro y se taparon los oídos, para no escuchar a su guía nos podemos ver reflejados y cuando leemos los Hechos de los Apóstoles, en los que se describe el sacrificio de tantos cristianos en los principios ¿quién es capaz de decir que no nos enseñan en la actualidad?. ¿Cuántas veces nos sentimos señalados e interpelados al leer la Biblia?. Cuantas veces somos avariciosos, impasibles, falsos, tibios y faltos de fe.
Si todos leyéramos y estudiáramos, interiorizando las enseñanzas de la Biblia estaríamos más capacitados para defender nuestra fe y para entender nuestras debilidades. Seríamos más felices y andaríamos menos deprimidos, pensando en qué comer, con qué vestirnos, qué más tener. Les dejo con esta meditación, que espero sea de provecho.
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