Hoy estaba desayunando con mis compañeras de trabajo y hablando y hablando, comentamos lo difícil que resulta llamar la atención a un compañero acerca de un error, ya sea por olvido, negligencia o ignorancia. Ante las opiniones de mis compañeras, válidas todas, yo les recordé ese dicho popular y sabio que dice:"Más vale uno colorao que ciento amarillo". Que conste que lo aprendí en Andalucía, pues en Cuba se era muy directo a la hora de criticar una actitud inadecuada y, al estar regidos por tantas organizaciones de masas y por un partido totalitario, era casi obligación de todos señalar las faltas y errores sin tapujos. Bueno, después de haber vivido en dos sociedades tan discímiles, tengo que confesar que no se puede ser "ni muy muy ni tan tan", otra popular forma de expresión cubana. No me entretengo a explicar más, porque esto es "harina de otro costal".
Pero volviendo a mi realidad actual, le explicaba a las trabajadoras que no se pueden pasar por alto actitudes y acciones que pueden desacreditar a todo un colectivo. Ejemplo: si un médico maltrata a un paciente con su forma de comportarse (ya sea no mirarle a los ojos cuando le habla, no explicarle claramente su patología, no dejándole hablar ect), ¿a quién culpa ese enfermo?. Pues a todos los médicos, no le importa no conocerlos o que nunca le hayan atendido: le echa la culpa a todo el colectivo médico. Si un paciente, en el caso contrario, amenaza al médico, le falta el respeto o le exige algo que este médico no puede resolver por sí mismo, ¿qué hará ese médico?...pues lo que piensan ustedes: se amarga la vida y ello deriva en menor atención a los que vienen detrás. Y sí, es cierto, generalmente pagan justos por pecadores. En ambos bandos.
La calidad del trabajo debe medirse con igual rasero para todos, creo que es importante que todos sepan que su trabajo es elemental, es parte de un engranaje que necesita de todas las piezas para rodar. Así si la limpiadora no limpia bien y a tiempo, el cirujano no podrá operar a su hora; si el celador no trae al paciente, se demorará todo lo que siga y así innumerables ejemplos. Pero hay pequeñas cosas que hay que señalar, como tener tendidas las camas a tiempo, cocinar bien, no tirar papeles en los lavabos o tazas de baño, no gastar material por gusto. Sobre esos pequeños errores y deslices era a los que me refería al tratar de hacerles ver que, a veces, hay que llamar la atención a un colega, sin ser con ello extremista o "pelota" de los directivos. Pues me doy cuenta de que muchos piensan de esa forma si se les llama la atención. Creo que todos podemos caer en errores, sólo tenemos que ser honestos al reconocerlos y enmendar la actitud criticada.
A la par que hablábamos, recordaba un pasaje del Evangelio (sinceramente, en ese momento no recordaba de cuál se trataba, pero después lo localicé gracias al Magníficat) de Mateo (18,15-17), en el que Jesús decía a sus discípulos: "Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos.". Creo que se ajusta a la realidad de la que les hablaba a mis compañeras: la mejor forma de demostrar que te interesa tu hermano de congregación, tu compañero de trabajo, tu hermano de sangre, es llamándole la atención sobre sus errores. La Biblia, como he comentado muchas veces, nos habla de lo trascendental de nuestra existencia, a la par que nos instruye sobre todos los aspectos de nuestra vida terrena. Para escuchar, sólo hay que tener oídos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario