domingo, 15 de agosto de 2010

María, la primera discípula que está con Dios




"...se alegra mi espíritu es Dios, mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava..."


Señor: qué feliz soy de que te hayas fijado en mi, en mi pequeña persona, en mi alma desamparada y solitaria. Cuando te encontré iba dando tumbos y Tú me agarraste fuerte de la mano (aún cuando yo no estaba clara ni muy dispuesta a ir contigo) y con amor reparaste mi vida, me diste confianza, fuerza, amor, todo de forma espontánea y gratuita. Has extendido tus alas sobre mi y bajo su sombra me cobijo, tu Espíritu llena mi alma y ya no soy sierva, sino reina, porque tu amor reina en mi corazón. No permitas nunca que me separe de Ti. Que mi fiat sea tan incondicional como el de María.


1 comentario:

walkingwoman dijo...

Cuando hice mi primera Comunión mis padres me "apuntaron" al Apostolado de la Oración... Con el paso de los años me comprometí en Iglesia por otros "lugares" pero siempre guardo en mi corazón la llamada a la oración y el compromiso con la Misión Universal.

Gracias por vuestro blog