¡Que alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor!....Así nos hemos sentido los cursillistas de Huelva cuando nos invitaron a la Ultreya Europea, que ha tenido lugar del 11 al 13 de Abril del año en curso. ¿ Y qué mejor lugar para un encuentro de cursillistas cristianos que el Santuario de Fátima?. Un lugar lleno de historia, de paz y de simbolismo para los católicos, donde la Virgen se apareció a tres pastorcillos humildes y pobres (pobres materialmente, pero con una riqueza espiritual que ya quisiéramos todos para nosotros). Allí, bajo una gran encina, Ella les aseguró el Amor del Padre a toda la humanidad y les dijo que todos debemos ir a Él a través de su hijo, Jesucristo. Ha sido uno de los fines de semana más emotivos de mi vida, he sentido el Amor del Padre a través del amor que he experimentado de mis hermanos en la Fe: allí se escucharon muchas lenguas, pero nos entendíamos perfectamente. No podía dejar de pensar en aquel día en que bajó el Espíritu Santo, como lo había prometido el Señor, y cómo "todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas extrañas" (Hechos 2,4). Así se sentía allí su presencia: todos nos entendíamos con nuestras canciones, actitudes, oraciones y sobre todo con la alegría de estar juntos y formar parte del Cuerpo Místico.
Fátima es un lugar para la oración; pero no esa oración que se imaginan aquellos que no conocen a Dios, sino una oración con mayúsculas: la tierra entera canta allí la gloria del Señor, pues la población es un ejemplo vivo de alegría y solidaridad, la gente es amable y acogedora, la Naturaleza es preciosa y el Santuario es un homenaje digno al Padre. Cuando estás allí te sientes cerca de la Virgen de forma real, pues sabes que Ella estuvo allí también y no fué ayer, pero sí hace muy pocos años. Lo trascendente te toca en lo más íntimo en cada lugar que visitas. A mí, personalmente, me caló muy hondo la Capilla de la Adoración Perpetua, donde siempre hay una monja consagrando su oración y los visitantes entran muy callados y se sientan o arrodillan ante el Santísimo y uno siente en su interior las oraciones sin palabras expresadas, de todos y cada uno. Uno está allí, haciendo su oración pero a la vez se siente en comunión con esos peregrinos que llegan de todos los confines de la tierra.
Allí he pedido por todos mis amigos y familia y por mis enemigos, si los tengo, y por todas aquellas personas aquí, en España o en Cuba, que aún no le conocen. He pedido porque la tierra sea un lugar más acogedor, por la PAZ, por los que no tienen comida o salud y por los que se han desviado de la senda del bien. Llevé a la Virgen de Fátima las peticiones de muchos amigos que tienen problemas, de conocidos que me pidieron que le hablara de ellos, y de pacientes por los que me preocupo. Creo firmemente que mis peticiones serán escuchadas.
La convivencia ha sido magnífica, como corresponde a una gran familia bien llevada y fruto del amor del Padre, la Madre y el Hijo que nos guía. No hemos tenido ni un problema con el hospedaje, donde nos han servido de maravilla, y gracias a Dios, todos hemos vuelto sanos y salvos.
Voy a poner algunas fotos ahora, para que se vean mis compañeros de cursillo y para que los conozcan los que no lo son.
Fátima es un lugar para la oración; pero no esa oración que se imaginan aquellos que no conocen a Dios, sino una oración con mayúsculas: la tierra entera canta allí la gloria del Señor, pues la población es un ejemplo vivo de alegría y solidaridad, la gente es amable y acogedora, la Naturaleza es preciosa y el Santuario es un homenaje digno al Padre. Cuando estás allí te sientes cerca de la Virgen de forma real, pues sabes que Ella estuvo allí también y no fué ayer, pero sí hace muy pocos años. Lo trascendente te toca en lo más íntimo en cada lugar que visitas. A mí, personalmente, me caló muy hondo la Capilla de la Adoración Perpetua, donde siempre hay una monja consagrando su oración y los visitantes entran muy callados y se sientan o arrodillan ante el Santísimo y uno siente en su interior las oraciones sin palabras expresadas, de todos y cada uno. Uno está allí, haciendo su oración pero a la vez se siente en comunión con esos peregrinos que llegan de todos los confines de la tierra.
Allí he pedido por todos mis amigos y familia y por mis enemigos, si los tengo, y por todas aquellas personas aquí, en España o en Cuba, que aún no le conocen. He pedido porque la tierra sea un lugar más acogedor, por la PAZ, por los que no tienen comida o salud y por los que se han desviado de la senda del bien. Llevé a la Virgen de Fátima las peticiones de muchos amigos que tienen problemas, de conocidos que me pidieron que le hablara de ellos, y de pacientes por los que me preocupo. Creo firmemente que mis peticiones serán escuchadas.
La convivencia ha sido magnífica, como corresponde a una gran familia bien llevada y fruto del amor del Padre, la Madre y el Hijo que nos guía. No hemos tenido ni un problema con el hospedaje, donde nos han servido de maravilla, y gracias a Dios, todos hemos vuelto sanos y salvos.
Voy a poner algunas fotos ahora, para que se vean mis compañeros de cursillo y para que los conozcan los que no lo son.
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