martes, 23 de febrero de 2010

Amor y Cuaresma


Que la Cuaresma sea para todos los cristianos

una experiencia renovada del amor de Dios

que se nos ha dado en Cristo,

amor que por nuestra parte

cada día debemos "volver a dar" al prójimo,

especialmente al que sufre y al necesitado.

Sólo así podremos participar plenamente

de la alegría de la Pascua.


Benedicto XVI.

Hablaba hoy por teléfono con mi esposo, que está algo triste por la lejanía a la que nos vemos forzados y me comentaba que él rezaba el Padrenuestro muchas veces al día, pues se acuerda de sus padres, fallecidos muy jóvenes y por la tita Santos, a la que perdimos hace un año. Pero en realidad, el tema surgió porque me explicaba que él no se siente activo como yo, que no sabe cómo hacer algo por Dios y le contesté: "no hace falta que hagas nada por Él, ya Él lo hará por ti. Reza "en lo escondido de tu corazón" y Él verá en ese lugar donde crees que nadie llega, tus esfuerzos para ser un buen cristianos".

Hay cristianos cabales y buenos como mi esposo que se sienten "como pez fuera del agua" en medio de un grupo y eso les hace más tímidos. Creo que si el Espíritu da los carismas, debemos hacer lo que nos indican en cada momento o situación. Y si hay personas extrovertidas, activas y marujillas (en el sentido de amistoso) como yo (uso mi ejemplo para no poner nombres de otras personas), también hay otros que disfrutan mucho más adentrándose en su interior y rezando solos. Pero la diferencia de personalidad ni de carismas debe frenarnos para actuar bien y "devolver" a los que nos rodean, ese amor gratuito que se nos dio en Cristo.

Dios ve siempre nuestros esfuerzos, lee nuestros pensamientos y sabe cuándo somos sinceros y amamos de verdad, aunque, aparentemente, no participemos de muchas actividades en común.

Creo que la única excepción siempre será la Eucaristía ya que, al participar de ella, lo hacemos en comunión con nuestros hermanos y con todos los santos, viviendo y participando del Cuerpo y la Sangre de Jesús.

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