domingo, 14 de diciembre de 2008

Tercer Domingo de Adviento.

"Yo soy la Raíz y el Hijo de David, la Estrella radiante de la mañana.

-El Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven Señor!

Quien lo oiga diga: ¡Ven Señor!

Quien tenga sed que tome el don del agua de la vida.

-Sí, Yo vengo pronto.

-¡Amén!, ¡Ven Señor Jesús!"

Tomado de un Himno de la Iglesia Primitiva.

Al revisar las lecturas para la misa de hoy, me alegra ver el Magníficat entonado por la Virgen María ante la grandeza del Señor y que para mí es uno de los cánticos más hermosos de la Biblia (que tiene muchos y muy bellos). La carta de San Pablo a los Tesalonicenses nos da la esperanza en la espera y nos conmina a ser alegres en nuestras profesiones de fe: demos gracias y alegrémonos porque es la voluntad de Jesús respecto a nosotros.

Y la lectura del Evangelio de S. Juan nos habla de cómo Juan el Bautista sabía que era un predecesor "la voz que clama en el desierto", porque el que venía detrás era el que nos iba a salvar realmente con su vida y muerte.
Hoy es un día de felicidad para todos los bautizados, pues sabemos que por el bautizo ya nos reconoce y salva Jesús. Nosotros sólo tenemos que seguir siéndole fieles. Ese es el verdadero camino a la santidad.

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