miércoles, 18 de noviembre de 2009

La presentación de María en el templo.


La Virgen es conducida hoy a la Casa del Señor.

«El Templo purísimo del Salvador, la preciosa habitación nupcial, la Virgen, Tesoro sagrado de la gloria divina, es conducida hoy a la Casa del Señor y lleva con Ella la gracia del Espíritu divino; los ángeles la alaban: Ella es el Tabernáculo celeste» (de la Liturgia oriental.)


LA PRESENTACIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA


Queridos hermanos y hermanas:
El 21 de noviembre, con ocasión de la memoria litúrgica de la Presentación de María Santísima en el templo, celebraremos la Jornada pro orantibus, dedicada al recuerdo de las comunidades religiosas de clausura. Es una ocasión muy oportuna para dar gracias al Señor por el don de tantas personas que, en los monasterios y en los eremitorios, se dedican totalmente a Dios en la oración, en el silencio y en el ocultamiento.
Algunos se preguntan qué sentido y qué valor puede tener su presencia en nuestro tiempo, en el que hay numerosas y urgentes situaciones de pobreza y de necesidad que se deben afrontar. ¿Por qué "encerrarse" para siempre entre las paredes de un monasterio y privar así a los demás de la contribución de las propias capacidades y experiencias? ¿Qué eficacia puede tener su oración para la solución de los numerosos problemas concretos que siguen afligiendo a la humanidad?
Sin embargo, de hecho también hoy, suscitando con frecuencia la sorpresa de amigos y conocidos, muchas personas abandonan carreras profesionales a menudo prometedoras para abrazar la austera regla de un monasterio de clausura. Sólo las impulsa a un paso tan comprometedor el haber comprendido, como enseña el Evangelio, que el Reino de los cielos es "un tesoro" por el cual vale de verdad la pena abandonarlo todo (cf. Mt 13, 44). En efecto, estos hermanos y hermanas nuestros testimonian silenciosamente que en medio de los acontecimientos diarios, a veces bastante turbulentos, el único apoyo que no vacila jamás es Dios, Roca inquebrantable de Fidelidad y de Amor.
"Todo se pasa, Dios no se muda", escribió la gran maestra espiritual santa Teresa de Ávila en uno de sus célebres textos. Y ante la necesidad generalizada que muchos sienten de salir de la rutina diaria de las grandes aglomeraciones urbanas en busca de lugares propicios para el silencio y la meditación, los monasterios de vida contemplativa se presentan como "oasis" en los que el hombre, peregrino en la tierra, puede beber mejor en las fuentes del Espíritu y saciarse a lo largo del camino.
Por tanto, estos lugares, aparentemente inútiles, son en realidad indispensables, como los "pulmones" verdes de una ciudad: hacen bien a todos, incluso a quienes no los frecuentan y tal vez ignoran su existencia.
Queridos hermanos y hermanas, demos gracias al Señor, que en su providencia ha querido las comunidades de clausura, masculinas y femeninas. No les privemos de nuestro apoyo espiritual y también material, para que puedan cumplir su misión: mantener viva en la Iglesia la ardiente espera de la vuelta de Cristo. Para ello, invoquemos la intercesión de María, a quien, en la memoria de su Presentación en el templo, contemplaremos como Madre y Modelo de la Iglesia, que reúne en sí ambas vocaciones: a la virginidad y al matrimonio, a la vida contemplativa y a la activa.

Benedicto XVI





Aunque faltan días para esta memoria, utilizo el material que me mandan desde El Camino de María, para señalar que el día 21 de noviembre hacemos memoria de ese momento en la vida de la Virgen. Ella que fue la madre del Salvador, templo purísimo de vida y madre nuestra porque así lo dispuso Jesús, sigue siendo ejemplo para todos nosotros con el "Sí" más definitivo de la historia temporal y trascendental en la vida de los hombres. A Ella debemos rezar continuamente para que medie las gracias que necesitamos, Ella enjuga nuestra lágrimas y engrandece nuestras alegrías. No dejemos, por tanto de llamarle: hay muchas advocaciones, pero la más sencilla, Madre María, no se nos debe olvidar nunca.

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