Ayer no pude entrar; pero no quiero pasar por alto la fecha: día de Pentecostés. Ese fue un día memorable para aquellos que hace 2000 años estuvieron despiertos, con la lámpara encendida, esperando que se hiciera realidad la promesa de Jesús. Muchas veces Él había hablado a sus discípulos de ese momento, que sólo llegaría después de su sacrificio y que vendría en forma de Espíritu Santo. Desde el bautismo de Juan, en el que les dice que se bauticen con agua; pero que después serán bautizados en el espíritu, hasta ese último día en que se les aparece: "Recibid el Espíritu Santo", exhalando sobre ellos (Juan 20,19-23).
En estos momentos de la historia, se les hace difícil a los hombres el pensar más allá de sus necesidades inmediatas. Nos hemos vuelto muy materialistas y creemos que todo se resuelve con dinero, voluntad, en fin: solos. La transmisión de la fe tiene muchos desafíos por delante, el mayor de ellos creo que es el de demostrar las verdades de la propia fe. No queremos pensar en la trascendencia, queremos vivir el día a día, como si nunca tuviésemos que dar cuentas de nuestros actos. Queremos vivir ajenos al dolor, tanto propio como el de los demás. Y eso es fácil de demostrar, por desgracia, cada vez más: no miramos a nuestro alrededor para ver a quién le hace falta algo; en cuanto algo duele nos "empastillamos" sin rencor alguno. Hemos perdido muchas cosas por el camino y nos olvidamos que Jesús vino a ser Palabra del Padre hecha carne.
Al dejarnos ese día el Espíritu, nos dejó un Aliado, un Consolador, un Maestro interior, un Espíritu "dador" para que no nos perdiéramos; para que viviésemos de acuerdo a sus enseñanzas.
Jesús regresa al Padre y sabe que nos deja solos por eso les dice a sus discípulos que no estarán solos, que el Espíritu estará con nosotros siempre. De lo que tenemos que estar claros es que Dios nos creó libres, no nos obliga a quererle, aunque Él siempre está ahí, amándonos. Él no se cansa, y su gracia nos llega a través del Espíritu Santo. "Y con ese Pentecostés se hizo posible " conocer internamente" y comprender el Misterio de Cristo y junto con Él, el misterio del hombre destinatario de la misión que comenzaría ese mismo día" (Magníficat, Mayo 2008).
El espíritu actúa como una autopista (según mi idea), como un flujo continuo de relación, amistad, entendimiento, AMOR, en resumen, desde la Santísima Trinidad hacia los hombres y de seguimiento y respuesta desde estos hacia Dios Trino. Todos tenemos una misión dentro del plan de Dios y ésta se nos revela a través del Espíritu.
"Sabemos que hasta ahora la humanidad entera está gimiendo dolores de parto...Pero nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos por dentro aguardando la condición filial, el rescate de nuestro cuerpo. (Romanos 8, 22-23). Esas palabras del Apóstol reflejan la verdadera esencia del Espíritu en nosotros: Él nos llevará al conocimiento de Dios.
J.B.Fhillis dijo:
"Cada vez que decimos: Creo en el Espíritu Santo,
manifestamos que hay un Dios vivo
que puede y quiere entrar
en la personalidad humana y cambiarla."
Amigos blogueros: abramos nuestros corazones al Espíritu para que podamos cambiar nuestras vidas, para que seamos verdaderos seguidores de Jesús y apóstoles para dar testimonio de nuestra fe.
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