viernes, 21 de noviembre de 2008

Y sigo hablando de libros.

No por grotesco me ha dejado de dar la risa con el revuelo que ha formado Cristina Almeida: es que, aunque quiere ir de inquisodora (con antorcha y todo) se me ocurrió pensar en la Reina de Corazones de Alicia en el País...¡Esto sí que es el país de las maravillas!. Por favor: ¿alguien sorprendido?. Las declaraciones de esta señora de la izquierda-ultra-izquierda no me toman desprevenida, pues hace mucho que tratan de imponer una idea tenebrosa y de ninguna forma y bajo ningún concepto, real: que la cultura es patrimonio de la izquierda. Y lo digo sin tapujos: los que tratan de inculcarlo son los intelectuales y políticos de izquierdas seguidos de toda una panda de ignorantes y borde line de mucho cuidado. "Cuanto más dramaticemos, mejor".

Creo que si eliminamos la temática religiosa de las reconocidas como grandes obras de arte de la humanidad, nos quedaríamos, prácticamente, sin escultores, músicos o pintores para mencionar. No pongo ejemplos porque están a la vista de todos. Con los escritores pasa otro tanto: ¿alguien se ha puesto a contar cuántos son de izquierdas y cuántos de ideas liberales, de derechas o por lo menos, que no enarbolen las banderas del socialismo o banderines semejantes? Seré yo muy inculta, pero no creo que fueran militantes de la izquierda R. Tagore, M. Ghandi, Horacio Quiroga, R. Kipling, A. Christie, H. de Balzac, L Tolstoi, Pushkin, Asimov, Alejo Carpentier, etc, etc. Todos son respetados escritores y pensadores y fueron personas que quisieron mejoras sociales, siempre desde la democracia y el librepensamiento, pero nunca desde las izquierdas.

Por mucho que les pese a los ideólogos marxista-leninista-comunistas, las bases de la cultura occidental están puestas sobre los pilares de los grandes filósofo y teólogos cristianos. No se puede pensar en cultura sin hablar de Santo Tomás de Aquino, San Benito de Nursia, Santa Teresa de Jesús, san Juan de la Crúz, Alfonso X el sabio, y mucho otros pensadores cristianos que aún hoy siguen dando frutos por medio del estudio de sus obras.

Lamento la situación actual de España porque en Cuba se trató de hacer un hombre nuevo y, para ello, había que crear una cultura nueva, con intelectuales que moldearan las ideas. Y durante muchos años mi generación ni siquiera oyó hablar de José Lezama Lima o de Eliseo Diego, se prohibieron libros educativos porque hablaban de la educación que se debe dar a los niños, actores o cantantes extranjeros (dentro de ellos a los Beatle), porque tergiversaban la ideología marxista. Se eliminó todo lo salido de las manos de aquellos que no cantaron en el disco en la misma "revolución". Y se ensalzó todo lo que se le antojó, bueno o malo, a los que sí cantaron ese son, cubiertos por una pátina de brillantez derivada de los premios que se inventaron para ello. Hay muchos directores de cine represaliados por querer mostrar la verdad. Los que sepan de Cuba, realmente, sabrán de qué hablo.
La cultura no es chabacanería, ni desnudos constantes en unas películas que nadie va a ver, por lo bodrio que son. ¿Qué quieren Cristina & company? ¿Que gaste mi dinero y tiempo en ir a ver cine "incultural"? ¿O leyendo la biografía del juez Garzón?. Lamento decirle que no tengo tiempo para perderlo en tonterías. La demagogia rezume por los poros. Sin embargo no he visto ni un solo anuncio en las cadenas televisivas sobre la película "Bella". Eso es arte, Sra Almeida, y con mayúsculas. No puedo aplaudir a actores que se manifiestan contra una guerra y no contra otra, que se niegan a ponerse un lazo de las víctimas del terrorismo y se dedican a ensalzar las virtudes de una película como "La piel contra la piedra", unas actrices que han instigado, cantado y apoyado al aborto y a un médico, que ha puesto su conocimiento y poder al servicio de ideas como la eutanasia (y fíjese bien que no le he acusado de haberlo hecho porque, simplemente, como médico no me cabe en la cabeza).

Y le digo más: yo he leído, segura estoy, más libros de izquierdas que ella y he visto más películas de ideología comunista que todos ellos juntos. Era mi obligación como militante de la Unión de Jóvenes Comunista. Que sí, que lo fuí hasta que pensé por mí misma.

Sobre sus expresiones acerca de la quema de los libros del Corte Inglés: hay que tener cuidado con eso, debería recordar que hay frases que pueden convertirse en detonantes rugiendo en la cabeza de cualquier descerebrado. Espero que lo entienda lo suficiente como para rectificar la frase de la quema. Si tuviéramos otras leyes se le podría acusar de instigar a la violencia. A mí me recuerda demasiado las piras de libros durante el III Reich. Las palabras siempre tienen consecuencias, casi nunca agradables a las que las pronuncian.

Por lo pronto, yo seguiré leyendo a César Vidal, a Federico Jimenez Losantos, a Neruda también, a José Martí, a Y. Guerman, Tolkien, a Dickens y por supuesto, a Chesterton. Se los recomiendo encarecidamente. Eso es cultura.




2 comentarios:

Rosa dijo...

Que retrógrados pueden llegar a ser estos "progres"! Yo por no quemar libros no quemaría ni los de Marx, pese a lo que me fastidió tener que leermelos aún sin ser militante, para poder tener mi título de licenciada en La Habana. Por cierto, te felicito por tu sinceridad, que no todo el mundo reconoce que pasó por ahí, cosa de la que yo me libré literalmente "gracias a Dios" (porque en mi casa estaban visibles los cuadros del Sagrado Corazón y la Última Cena). Besos,

Rosa

Magicomundodecolores dijo...

Yo no tuve la suerte de conocer a Dios hasta que fui mayor, en mifamilia no se jugaba con la revolución,aunque se respetaban todas las religiones.Pero creo que eso me sirvió para conocerle con madurez y conciencia clara, por eso ahora soy su seguidora,trato diariamente de serle fiel y apoyarme en Él.Trato de santificar mis días y recupera el tiempo en que no le conocí.Él me hace feliz de una forma que no puedo explicar totalmente y por eso quiero que otros le conozcan para que tengan vida como yo,que antes sólo seguía las aguas del río que me arrastraban, no era yo.Gracias a Dios he conocido a Dios. Y nunca mejor dicho.