martes, 3 de marzo de 2009

Meditando el Evangelio de hoy.


Hoy leímos el Evagenlio según san Mateo (6,7-15) que nos narra cómo Jesús enseñaba a sus discípulos. Por una parte, se me quedó grabada la frase inicial: "Cuando recéis, no uséis muchas palabras..." Y es bueno saber que Dios no pide muchas palabras pues a veces entramos en la oración sin rumbo fijo y es mejor que fluya la relación espontáneamente, sin frases rimbombantes o preconcebidas. Aunque a veces es necesaria una ayuda, un libro para inspirarnos, como decía Santa Teresa, (que de eso sabía mucho) es bueno crear nuestras propias pautas y esperar en el silencio para poder "escuchar". Los Ejercicios de San Ignacio son una fuente de conocimiento en cuanto a la conversación con Dios: te guían hasta que te sueltas tú solo y andas por el camino de la oración con tus propias palabras y silencios. Pues es en el silencio donde podrás escucharle a Él.


La segunda parte de la Lectura es más hermosa aún: es el momento en que Jesús nos da el Padrenuestro, esa oración que engloba todo lo que se puede sentir cuando se hablas, (siempre que no la recitemos de carrerilla), significado por significado, lento, muy lento...sentimos la real presencia, la respuesta que necesitamos en ese momento. Sentimos esa vibración en el aire, en nuestros pulmones, ese aleteo del Espíritu que nos invade y nos responde de la misma forma...lento...muy lento... y nos llena la dicha y la alegría de saber que Jesús nos dio, en una sencilla oración, la fórmula ideal de comunicación con el Padre.




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