domingo, 3 de mayo de 2009

Mayo es el mes de María.



"Hoy comienza el mes que la piedad popular ha consagrado de modo especial al culto de la Virgen María" -expresaba Juan Pablo II en la meditación antes del rezo del Regina Caeli del 1 de mayo de 1982- ."Al hablar de San José y de la Casa de Nazaret, el pensamiento se dirige espontáneamente a Aquella que, en esa Casa, fue durante años la esposa afectuosa y madre tiernísima, ejemplo incomparable de serena fortaleza y de confiado abandono. ¿Cómo no desear que la Virgen Santa entre también en nuestras casas, obteniendo con la fuerza de su intercesión materna, como dije en la Exhortación Apostólica "Familiaris consortio", que "cada familia cristiana pueda llegar a ser verdaderamente una 'pequeña Iglesia', en la que se refleje y reviva el misterio de la Iglesia de Cristo" (n. 86)"

"Para que esto suceda, -agregó Juan Pablo II- es necesario que florezca nuevamente en las familias la devoción a María Santísima, especialmente mediante el rezo del Santo Rosario. El mes de mayo, que comienza hoy, puede ser la ocasión oportuna para reanudar esta hermosa práctica que tantos frutos de compromiso generoso y de consuelo espiritual ha dado a las generaciones cristianas, durante siglos."

"Que el Rosario vuelva a las manos de los cristianos, -concluyó el Papa- y se intensifique, con su ayuda, el diálogo entre la tierra y el Cielo, que es garantía de que persevere el diálogo entre los hombres mismos, hermanados bajo la mirada amorosa de la Madre común."






He querido comenzar este homenaje a la Madre de Dios y Madre nuestra con esas hermosas palabras de Juan Pablo II quien fuera un discípulo amante y solícito de la Virgen. En este mes que comienza recordaremos las virtudes y gracias con las que fue adornada aquella niña que le llevaron a dar un sí posiblemente el más importante de la Historia humana. La valentía inicial, la callada paciencia, el amor incondicional y el dolor soportado por su hijo la hacen fuerte para, después de la Resurrección, contribuir activamente en la unidad de los apóstoles y la formación de la Iglesia Primitiva. Ella ha sido elevada al cielo y desde allí ha sabido manifestarse a pequeños hijos, a humildes hijos, para mandarnos mensajes de amor y apoyo. En este mes vamos a poner especial interés en el rezo del Santo Rosario y en pedirle que nos acompañe siempre, "ahora y en la hora de nuestra muerte".

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