Hoy celebramos la venida del Espíritu Santo prometido por Jesús y nos preparamos como aquellos primeros cristianos: unidos en oración. Yo estoy de guardia, pero estoy rezando por todos mis amigos, por los que van a serlo y por todos aquellos que no lo son, para Dios les tenga en cuenta sus necesidades. Pido que venga sobre todos los hombres del mundo, sobre el Papa y los obispos, sobre los sacerdotes y los religiosos/religiosas, sobre los misioneros/misioneras, sobre los laicos, sobre todos los que, en este momento se sienten solos, sobre los enfermos, sobre los que ya no están, que venga sobre los niños, sobre las regiones en guerra, para que los hombres se den cuenta de que somos hermanos y, aunque tengamos diferencias, Dios nos ama a todos porque somos sus hijos. Recemos para que María, nuestra Madre Celestial, nos acompañe en esta noche de vigilia.
Les dejo este vídeo de Martín Valverde que es una oración preciosa.
14 comentarios:
Una vez más coincidimos en fondo, forma y HASTA EN MUSICA. Que el Espíritu Santo de Dios que es amor, luz y paz, inunde nuestros corazones y los haga contagiosos. UN BESAZO.
Respetable Marisela le escribo este comentario para saludarle y animarle en su fe viva, tanto en sus ámbitos laborales y familiares. Escribo este comentario un tanto apresurado pues resulta que hoy estoy un tanto ocupado por ciertas cuestiones, pero aquí tiene mi humilde opinión respecto a lo que me preguntaba.
Creo que lograr que no se critique ni pizca a la Iglesia sería algo imposible, es parte de su ser, por decirlo de algún modo, espero no equivocarme, pues siempre ha sido incomprendida desde sus inicios, acusada de modo injusto en no pocas veces. La razón: ella es el “Cuerpo Místico de Cristo”( Rm. 12,3-8. 1 Cor. 10, 17; 12, 12-27; Ef. 1, 13; 2, 16; 3, 6; 4, 4 y 12-16; Col. 1, 18 y 24; 2, 19; 3, 15) y si “Cristo-Cabeza” fue tan incomprendido por tantos y tantas, incluso por sus mismos Apóstoles a veces, no digamos por el resto del pueblo y autoridades religiosas de su tiempo, pues a su “Cuerpo Místico” también le pasará en ocasiones lo mismo. Así que yo le digo a usted las palabras que Jesús les decía a sus discípulos después de su resurrección y que leíamos en este domingo maravilloso de Pentecostés "La paz sea con vosotros" (San Juan 20, 20.21). El Evangelista San Juan relata que Jesús dijo estas palabras a sus discípulos después que nos ha dicho de que ellos estaban encerrados por miedo a los judíos (San Juan 20,19); como queriéndonos indicar que incluso los discípulos sentían miedo de proclamar lo que habían experimentado, pues acordémonos de que esto se dio posteriormente a las primeras manifestaciones de Cristo resucitado, por eso Jesús les dice en el texto de este domingo no una sino dos veces, como para remarcar el asunto, que tengan paz, o sea, no se preocupen si les llaman tontos, desubicados, retrógradas por pensar como yo, por defender lo que yo defiendo, lo que he vivido y cómo he vivido. Tengan paz, estén tranquilos por que van bien .En otra ocasión Jesús dirá: "ánimo en el mundo tendrán luchas, pero tengan valor, yo he vencido al mundo" (San Juan 16,33).
Siempre habrán opiniones que parecen más maravillosas que las que pueden estar presente en la Iglesia o en la misma lógica divina, pero como digo parecen, pero en el fondo no lo son. Cito un ejemplo: Se me viene a mi mente en este momento la situación de Pedro, Príncipe de los Apóstoles y Primer Papa de la Iglesia. El Evangelio nos narra aquel episodio en el que San Pedro se presenta con aquella maravillosa, enternecedora y amorosa idea para con su Maestro la cual consistía en que el Maestro, o sea Jesús, no debía morir para llevar a cabo su Plan Salvífico. Según Pedro no era necesario que Jesús muriese ( San Marcos 8, 27-33), pues Dios que todo lo puede hacer podía hacer que la salvación plena se obrara de otro modo, además estaba la cuestión del amor profundo del Padre hacia su Hijo, la idea de San Pedro no era descabellada, irracional o ilógica, pues era lógico de que si el Padre ama al Hijo no dejará que éste padezca, además, el amor de Dios es esencia, no simple añadido a su ser, éste amor, por lo tanto, debía y podía cambiar el punto del “modo” en cómo se realizaría la Obra de la Redención porque el amor siempre quiere el bien del amado. Hasta aquí la lógica está bien. Además, posiblemente pensó San Pedro : es mi Maestro, el que me ama tanto a mí, el que ha hecho tanto por mí , por todos los demás, yo tengo que defenderle para que no le hagan daño (San Juan 18, 10), tengo que evitar que se lo lleven a matar, no le dejaré sólo, etc. Como vemos hay sentimientos nobles de parte de San Pedro para con su Maestro, tiene lógica su razonamiento que puede explicar el por qué intentó persuadir a Jesús de que no muriese para salvarnos, ya que podía hacerlo de un modo diferente. Pero lo cierto es que Jesús por estas “maravillosas” ideas, por estas lógicas ideas y muy razonables ideas le llamará Satanás, o sea, “el que hace tropezar”, porque está intentando entender a modo muy humano el designio divino de salvación: “apártate de mi Satanás, tú no piensas como Dios sino como los hombres” (San Marcos 8,33). Más tarde, cuando Pedro había intentado defenderle y evitar su arresto que le llevaría en último término a morir en la cruz, Jesús le dirá también: “coloca tu espada en su lugar, ¿acaso no beberé la copa que mi Padre me da de beber?” (San Juan 18,11), es decir, ¿acaso no debo morir para realizar el Plan de Salvación según el Padre lo ha dispuesto?, ¿o es que tú vas a ser más sabio que el Padre?. Sin duda el punto no es que San Pedro le estaba deseando un mal a Jesús, sino todo lo contrario ¡¡le deseaba un bien!!, el que no muriera, el que no padeciera, que no sufriera, pero ésta es la cuestión , por desearle un bien le estaba deseando un mal, por que está deseando que Jesús rompa la voluntad del Padre, que Jesús busque y guarde su Yo para sí y no que su “Yo” se entregue a todos los “tu” humanos por medio de su perfecta entrega a el “Tu” Divino de su Padre Eterno.
Pedro, gracias a Dios, logró entender la lógica Divina de La Muerte de Cristo: En 1 Pedro 3, 18 nos dice: “miren cómo Cristo murió una vez a causa del pecado. Siendo él Santo murió por los malos para conducirnos a Dios. Murió en su carne y resucitó por su Espíritu”. Este texto muy probablemente lo escribió San Pedro, pero hay exegetas modernos que opinan que fue un discípulo suyo, de todos modos se ve que estaba influido por el apóstol el cual terminó entendiendo la cuestión de la Pasión y Muerte de Jesús, y por lo mismo aceptándola. Sin embargo, para el mundo judío y no judío, que probablemente seguía pensando en lógica muy humana, la Pasión y Muerte de Cristo no logra cuadrar con su forma de pensar, por ello dirá San Pablo que fue “escándalo para los judíos, necedad para los gentiles (1 Corintios 1, 23), recordemos que él término gentiles se está refiriendo aquí en gran medida a los griegos, o sea, a los filósofos, a los que elucubran maravillosamente ideas y muy cuerdas quizá algunas de ellas, pero que como hemos dicho son sabiduría humana, no sabiduría divina que va más allá aún, por eso San Pablo dirá también de que la Cruz de Cristo es “sabiduría de Dios”. (1 Corintios 1, 24). Con esto no estamos diciendo de que la sabiduría divina se opone a la humana, no, eso no, pero sí en no pocas veces la supera en mucho y es cuando quedamos desconcertados al no entender el por qué esto o lo otro. Lo que pasa aquí es que se nos olvida la lógica divina, se nos olvida su palabra que nos dice “… sus pensamientos no son los míos, mis caminos no son los mismos de ustedes, dice Yahvé. Así como el cielo está muy alto por encima de la tierra, así mis caminos se elevan por encima de sus caminos, y mis pensamientos son muy superiores a los de ustedes” (Isaías 55,8).
El ejemplo creo que algo nos ilumina, a veces se critica el por qué la Iglesia permite esto y lo otro, que la Iglesia es retrógrada por que hace esto, porque obliga lo otro, por que no permite esto o lo otro, etc., etc. Pero el punto aquí es que a veces se quiere ver y juzgar el proceder de la Iglesia a modo muy humano, lastimosamente eso nos pasa, desgraciadamente, también a sus propios hijos e hijas, pues vemos en ocasiones a la Iglesia como institución meramente humana, yo no digo que sea malo criticar como católicos o como no católicos a la Iglesia, yo creo que es bueno , y es mi opinión, no quiero decir que sea verdad absoluta, porque eso ayuda para que la Iglesia se afiance más en sus conceptos y opciones fundamentales, pero una cosa es la crítica razonada iluminada desde la fe y otra es aquella crítica, que en lugar de ser constructiva se vuelve acusativa o destructiva sin a veces pensar el por qué más profundo del por qué la Iglesia dijo esto o lo otro, pide que hagamos esto o lo otro, de este modo o de este otro, etc.. Es más se nos olvida que la Iglesia está iluminada por el Espíritu Santo, ¡como cuesta a algunos católicos creer y vivir esto también!, porque a veces pensamos que son opiniones de hombres sin más, se nos olvida que esos hombres, llenos de defectos como puedan estar, son instrumentos de Dios, es más, si Dios ha permitido esto o lo otro en la Iglesia él sabe por qué, recordemos el ejemplo de San Pedro que poníamos. Se ve con grandes y maravillosos razonamientos esto o lo otro, pero se nos olvida la fe, por querer razonar la fe , que es cosa buena, caemos en un racionalizar la fe, que nos deja en un análisis lógico, muy racional o científico, pero no iluminado desde la fe. No iluminado desde la sabiduría divina.
Recordemos de que cuando el papa Pablo VI promulgó la “Humanae Vitae” , muchos le criticaron severamente, incluso altos jerarcas de la Iglesia, y me refiero a obispos y hasta cardenales. Fuera de la Iglesia se le llamó al Papa de tantos modos, a quien más bajo se refería a él, como ignorante, cavernícola, indocto de que la Iglesia era una Institución anti-desarrollo, anti-ciencia, etc. El punto es que la historia ha mostrado de que como no se hizo caso, la cuestión de la familia y de la sexualidad, se ha ido empeorando cada vez más, hasta incluso llegar a la descomposición de la familia en no pocos sitios de nuestras sociedades contemporáneas y a un flagelo horroroso de enfermedades venéreas, causadas en no pocas veces por una actividad sexual desordenada e inhumana. Parece risible el grado de cinismo al que se llega, pues por un lado se promueva los anticonceptivos en pasiva y activa y por otro hasta se le paga a aquél matrimonio que se anime a tener hijos, pues la sociedad se vuelve cada vez más longeva, absurdo como vemos. Se habla de protección por aquí y por allá cuando hay pruebas empíricas de que la protección más eficaz no está en un “algo” sino en un “cómo”, es decir, no está en ese algo que me pongo o tomo sino en el cómo vivo la vida sexual, pues si la vivo desde la verdad de la sexualidad humana, iluminada desde la ética y desde la perspectiva sobrenatural, este aspecto natural del ser humano se realiza en orden y en auténtica “protección” y fecundidad. De nuevo, hay que ser demasiado seco y racionalista, para seguir empecinados en el error de los aparentes y grandilocuentes científicos y filósofos, los cuales a veces dejan mucho que desear, por dejarse llevar sólo por sus conocimientos muy humanos, pensando que lo que se puede hacer se debe hacer.
Lo que he intentado dejar un poco claro es de que respecto al celibato pasa casi lo mismo. Para comenzar estamos ante una sociedad cínica y contradictoria, pues por un lado pide de que los hombres y mujeres que no se quieran casar que no se casen o que se divorcien y hablan de que no se casen, que es un derecho a que no vivan juntos, etc, pero por otro lado habla de que aquellos que hemos hecho un voto o promesa de castidad plena nos casemos para evitar caer en aberraciones o escándalos sexuales, y que también es un derecho. La causa de esta actitud es el permisivismo, esto es, todo me está permitido basta que yo lo quiera y me sienta bien, esto último motivado por el hedonismo imperante, de tal modo de que lo importante es lo que a mi me agrada y me haga sentir bien a mí, pues verdades absolutas no existen, o sea la “tiranía del relativismo” de la que habla Benedicto XVI, está presente también.
En una sociedad con estas corrientes lo importante no es lo que diga una institución por bimilenaria que sea, por respetable que sea, por supuestamente divina que sea, pues todo es opinable, y es en lo que a mí me sienta bien y pueda hacer es lo que realmente importa no lo que otros me impongan, de fondo creo que está esto, pero bueno esta cuestión del relativismo, hedonismo, permisivismo y otros males modernos de nuestra sociedad lo analiza bastante bien, aunque sin acabarlos , el psiquiatra español Enrique Rojas en su pequeño libro “El hombre Light”, si lo puede leer, sino lo ha hecho aún claro, se lo recomiendo, pues creo que ilumina lo que ahora digo.
En fin, después de tantas vueltas, que he creído han sido importante darlas, le digo Marisela de que USTED ESTA EN LO CORRECTO NO TENGA MIEDO DE SEGUIR DEFEDIENDO ALGO QUE LA IGLESIA SABE EL POR QUÉ LO HA PEDIDO, ALGO QUE DIOS HA PERMITIDO Y EL SABE POR QUÉ. Aunque hayan tantos con aparentes raciocinios mejores, ideas esplendorosas, pero moviéndose en el ámbito muy humano, demasiado humano, no viendo desde una óptica más profunda, y no es que estén deseando algo malo para nosotros, pues el casarse es algo muy bueno, maravilloso, tan grande que al matrimonio se le ha llamado “sacramentum magnum”, Jesús lo elevó a sacramento, lo que pasa es que como Pedro no se dan cuenta de que no se acomoda a lo que Dios permite y desea, por lo menos en estos momentos concretos y no sabemos cuanto más.
Además, déjeme decirle de que si bien es cierto de que el celibato es una ley eclesiástica que puede ser quitada, LO CIERTO ES QUE ES UNA LEY ECLESIASTICA QUE ESTÁ PRESENTE EN LA IGLESIA POR FUNDAMENTOS BÍBLICOS, DE TRADICIÓN ECLESIAL, CRISTOLÓGICOS , ATROPOLÓGICOS Y AUNQUE PAREZCA INCREÍBLE, PSICOLÓGICOS (cosa que se podría tratar en otra ocasión), el punto creo que está en cómo se ha formado el candidato al sacerdocio y en cómo se ha dejado formar el candidato al sacerdocio. Es cierto que la Iglesia puede cambiar, pero cierto es también que de momento no lo ha hecho y a nosotros nos queda aceptar esa disposición, sin dejar de revisar, claro está el aspecto formativo. Len Sperry , en su libro “Sexo, Sacerdocio e Iglesia”, editado por Sal Térrea en el 2003 habla de esto en parte cuando dice de que muchos de los casos de abusos sexuales que acontecieron en los Estados Unidos de América causados por sacerdotes católicos pueden denotar una formación endeble que no contempló las situaciones traumáticas, depresivas e inmaduras de muchos sacerdotes cuándo éstos aún eran candidatos al sacerdocio. Formación que dejó pasar situaciones que no se debieron dejar pasar, formación que fue incapaz de ayudar a salir de los problemas y a desarrollar de modo integral a dichos candidatos. Y es que por eso es que la Iglesia habla de idoneidad y aptitud respecto al sacramento ministerial, con ello no se discrimina a nadie, pues por buscar idoneidad y aptitud para algo no significa discriminación, pues si así fuera las discriminaciones en nuestro entorno serían muchas, pues a cada momento podemos ver como estas dos situaciones se buscan en las personas para que éstas puedan ejercer tal o cual trabajo, tal o cual profesión, más aún pues será si es un estilo de vida que marcará totalmente.
Además, el celibato no es un requisito para el sacerdocio, como muchos piensan, cuando se piensa así es nocivo tanto para el candidato al sacerdocio como para los demás, pues para los demás aparece la Iglesia como un ogro que esta obligando a algo tan antinatural a un ser humano para que realice acciones sagradas, cuando es algo tan natural al hombre y mujer estar, compartir y vivir juntos. Pero también lo es para el joven candidato, pues puede hacerse la idea que mientras sea seminarista debe guardarse mientras le conceden el ministerio, pero una vez con él, como lo vio como requisito y no tanto como un llamado particular a una vocación celibataria, el joven sacerdote puede que vaya experimentando más fuertemente el deseo sexual, en primer lugar, por que lo que hizo fue reprimir su deseo sexual no tanto descubrir si vivir célibe y como sacerdote era su vocación o no, pues conviene decir de que en la Iglesia Católica de rito latino, no es que se imponga el celibato obligatorio para ser sacerdote sino que se pide que aquellos que son llamados a la vida célibe, puedan ser llamados, si ellos también son llamados a la vida sacerdotal y si quieren vivir como sacerdotes célibes, a que sean ministros consagrados con el orden de los presbíteros o de los obispos. De allí se explica de que cuando la Iglesia da una dispensa para los sacerdotes distinga entre dar dispensa de celibato y dar dispensa de ejercicio ministerial.
En segundo lugar alguien que reprime experimenta vacíos, recelo, explota por un lado u otro, lo que no puede sacar de un modo, pues el reprimir no es lo mismo que vivir. Cuando el celibato se vive hay un sentido, hay alegría en vivirlo, no deja de haber lucha desánimo, pero se vencen pues se sabe que es lo propio, lo cual me hace sentirme y saberme “realizado” conmigo mismo y con los demás, no se ve como carga, sino como vivencia, no como muro, sino como camino donde avanzar como persona, no como que me “cortan las alas”, sino como una forma de aprender a volar alto más alto de lo que me imaginaba.
Querida Marisela, yo no niego que el celibato sea trabajoso, pero cada día que se vive uno se siente más “realizado”, se siente y se sabe bien, pero creo que eso es en todo ambiente. La vida matrimonial es así, por ejemplo, hay momentos trabajosos, pero como hay amor y hay vocación a dicho estilo de vida eso pasa a segundo plano, pues ambos (esposo – esposa), se sienten realizados por estar luchando e intentando progresar cada vez más y mejor en la entrega mutua, en la comprensión mutua, en la ayuda mutua, etc. Pero esto no se logra entender en una sociedad hedonista y relativista.
Respecto al caso del Padre Alberto, no soy quien para juzgarlo, él tendrá sus razones y situaciones concretas, sí que oro por él como debemos hacer todos creo, pues sigue siendo sacerdote, persona humana con una grandísima dignidad, pero eso no quita de que no digamos de que es un ejemplo palpable de cómo se puede caer en las garras del hedonismo y relativismo que hablábamos anteriormente. El Padre se dejo llevar por el sentirse bien y una vez que se ve en vuelta en tan atractivo estado, propio de la cultura hedonista, de ahí se entiende su opinión que ha dado en diversos medios: “Creo que la Iglesia debe permitir que se elija entre ser célibe o no” en la cual subyace aquello de “lo importante es cómo te sientas bien” de la anticultura hedonista. Además en su último comunicado dice: “Hoy he decidido unirme a una nueva familia espiritual dentro de la gran sombrilla del cristianismo, pero nunca abandonaré mi servicio a Dios” hablando de su entrada a la Iglesia Episcopaliana, que permite que los hombres casados aspiren al sacerdocio. Ese aparente inofensivo : “Hoy he decidido unirme a una nueva familia espiritual dentro de la gran sombrilla del cristianismo” nos revela el alto grado de relativismo presente en la aseveración dada por el Padre Cutié , pues esta diciendo de que lo importante es sentirme bien, de todos modos sigo siendo cristiano, de ahí la expresión “gran sombrilla del cristianismo”, o sea, todas las iglesias cristianas son auténticas, son diferentes, pero todas son hasta cierto punto iguales, pues son parte de esa gran armazón del cristianismo, y si en ésta no permiten hacer esto en ésta sí, así que me voy con ésta. No sé si su fe es relativa, él lo sabrá, pero la aseveración nos muestra cómo hasta los pastores podemos caer en la trampa de las corrientes anti-valores de nuestro tiempo.
Pero bueno respecto al padre Alberto le transcribo un correo que un amigo mío me mandó, esto no es un escrito mío, sé que suena duro, pero nos deja mucho en qué pensar. Gracias por leer este humilde comentario si en algo ayuda, si he confundido más hágamelo saber tal vez puedo decirlo de otro modo. Saludos y bendiciones.
He aquí algunas precisiones Sobre el caso del Padre Alberto:
1) El padre Alberto tuvo 7 años de estudio en el seminario para pensar si aceptaba el celibato, luego de los cuales, decidió comprometerse. Y lo hizo libremente, cuando ya era un adulto; nadie lo obligó.
2) Si las palabras del padre Alberto fueron, como se dice en algunos medios: “nunca voy a pedir perdón por amar a una mujer”, está usando una falacia, pues nadie espera que alguien pida perdón por algo bueno (amar a alguien), sino por algo malo: no cumplir la obligación a la que él mismo se comprometió libremente.
3) Dicen también las noticias que el padre pidió perdón “a aquellos que se sintieron ofendidos por sus acciones”. Esto es otra falacia pues, según las noticias “Cutié y la mujer que le conquistó el corazón no eligieron un lugar apartado para darse amor, sino las turísticas y concurridas playas de Miami Beach, plagadas de paparazzi”. El pecado que cometió, pues, se llama escándalo, palabra que él aprendió en el seminario y que significa piedra de tropiezo, y según la Real Academia de la Lengua, “acción o palabra que es causa de que alguien obre mal”, y por el cual el mismo Jesús dijo: “Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar […]. Por lo tanto, ¡tengan cuidado! (Lc 17, 1-3; Mt 18, 6-7; Mc 9. 42). Esto quiere decir que el padre Alberto debe y puede arrepentirse sinceramente, confesarse y corregirse y, además, ofrecer muchos sacrificios, oraciones, actos de caridad, limosnas e indulgencias para reparar tanto daño que hizo en tantas partes.
4) Los que piden que la Iglesia permita el celibato no saben cuáles son las razones por las que se tomó esa decisión. Valdría la pena que, antes de opinar, se informaran primero de ellas. Por ejemplo: dicen que el celibato es un invento de los curas. En las Sagradas Escrituras —palabra de Dios— se lee: “El que no se ha casado se preocupa de las cosas del Señor y de cómo agradarlo. No así el que se ha casado, pues se preocupa de las cosas del mundo y de cómo agradar a su esposa, y está dividido. Al decirles esto no quiero ponerles trampas; se los digo para su bien, con miras a una vida más noble en la que estén enteramente unidos al Señor” (1Co 7, 32-34a. 35).
Y Jesucristo (que no se casó) enseñó el celibato —la virginidad evangélica— como algo superior al matrimonio: “Hay hombres que han nacido incapacitados para el sexo. Hay otros que fueron mutilados por los hombres. Hay otros que se hicieron así por el Reino de los Cielos. ¡Entienda el que pueda!”. (Mt 19, 12)
Además de las bíblicas, la Iglesia tiene más razones para recomendar el celibato sacerdotal, ¿Las conocen los críticos? Si desea conocer más acerca de esto, puede leer en este mismo blog el artículo: ¿Sacerdotes casados? (está en la categoría: Sacerdotes)
5) Argumentan que permitir el matrimonio a los sacerdotes acabarían estas situaciones escandalosas pues, según ellos, es muy frecuente que a los sacerdotes les pasen estas cosas; por lo tanto, ya que los índices de infidelidad conyugal son tan altos, podrían también pedir que se legalice la poligamia: así se acabaría el problema. ¿Es esa la solución?
6) En el fondo de todo esto está escondido un ambiente generalizado de hedonismo silencioso, en el que se cree que lo más importante en la vida es el placer y, sobre todo, el genital: pocos pueden entender hoy que existen —y existieron siempre— seres humanos que no están encadenados por esa esclavitud del cuerpo, que son libres para comprometerse a ideales más altos, que pueden vivir con la vista puesta en el espíritu —como hizo Gandhi y otros muchos hombres de otras religiones, credos y filosofías de vida en el mundo entero—, pues sabían que la vida más elevada –enraizada en valores espirituales— premia con deleites infinitamente más encumbrados que los del cuerpo. ¡Pobres seres humanos! ¡Qué miras tan bajas! ¡Pudiendo llegar tan alto…!
Marisela:
Lindo escrito. Tienes razón cuando planteas tus ideas.
En lo personal, encuentro que el llamado y la invitación de Dios requiere de un actuar; ser coherentes. Es nuestra gran misión.
Te dejo un abrazo, esperando lo mejor para ti y los tuyos.
Querido padre Enrique: le agradezco enormemente el tiempo que ha invertido en su explicación, pues me sirve para reforzar mis ideas acerca de la verdadera razón del celibato de los sacerdotes y religiosos, del hedonismo y relativismo que impera en la sociedad moderna y que no hace más que "meter el dedo en el ojo", para tratar de confundir a los demás. Muchísimas gracias por sus argumentos tan sencillamente planteados que hasta un lego le entiende. Es importante para la Iglesia que existan sacerdotes bien preparados para que nos enseñen a nosotros y nos suban la moral siempre que se pueda. Que Dios le bendiga y cuente siempre con mis oraciones.
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