Martes de la Primera Semana de Pascua.
Aleluya.
Aleluya, Señor, te reconozco vivo en N, que sabe decir no a luces pasajeras.
Aleluya, Señor, te reconozco vivo en N, que sabe vivir la alegría de tu presencia.
Aleluya, Señor, te reconozco vivo en N, que sabe vivir a ritmo de espera.
Aleluya, Señor, te reconozco vivo en N, que sabe vivir el gozo de tu resurrección.
Aleluya, Señor, te reconozco vivo en N, que sabe callar y esperar.
Aleluya, Señor, te reconozco vivo en N, que sabe caminar en silencio.
Aleluya, Señor, te reconozco vivo en N, que sabe amar sin esperar nada.
Aleluya, Señor, te reconozco vivo en N, que sabe hablar en silencio.
Aleluya, Señor, te reconozco vivo en N, que sabe poner vida a la rutina.
Aleluya, Señor, te reconozco vivo en N, que sabe mirar con optimismo el futuro.
Aleluya, Señor, te reconozco vivo en N, que sabe sonreir en medio de las críticas.
Aleluya, Señor, te reconozco vivo en N, que sabe aceptar los noes y seguir viviendo.
Aleluya, Señor, te reconozco vivo en N, que sabe perdonar y dar cariño.
Aleluya, Señor, te reconozco vivo en N, que sabe acompañar a un buen hombre.
Aleluya, Señor, te reconozco vivo en N, que sabe intimar contigo y vivir en tí.
Aleluya, Señor, te reconozco vivo en N, que sabe luchar para no ver todo negro.
Aleluya, Señor, te reconozco vivo en N, que sabe exigirme que sea coherente.
Aleluya, Señor, te reconozco vivo en N, que sabe sufrir habitado por tu presencia.
Aleluya, Señor, te reconozco vivo en N y en N, que saben vivir con tu fuerza
y, sin discursos, nos predican que estás vivo y que eres el Viviente de da Vida.
Nos apoyamos en las lecturas de Hechos 2,36-41, Juan 20,11-18; Salmo 33,4-5,18-20,22.
Oye, Señor...
María lloraba buscándote
y hoy la sociedad no te encuentra,
porque te ha sustituído por otros dioses,
porque no sabe de tu presencia sanadora.
Algunos lloramos, como María,
al ver tantos hermanos que no te conocen,
que nunca han oído hablar de ti,
que van a morir sin saber quién eres.
Tú, Señor, te hiciste presente cuando te buscaban,
tú saliste a su encuentro a consolarles,
tú sabía su necesidad de ti,
haz lo mismo en estos días de nuestro mundo.
Hazte presente, llena su corazón de tu Espíritu,
invade su cotidianidad de tu presencia,
encuéntrate con ellos en su vivir diario,
no les prives del gozo de tu amistad.
Te necesitamos, Señor, no podemos vivir sin ti.
(A partir del Evangelio de Juan).
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